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OpiniónWilliam Anseume

William Anseume: Cobardía

Es cobarde y criminal quien somete y mata a un animalito desvalido. No me refiero a las cucarachas, por supuesto, ni a otros insectos dañinos para la salud y la vida, como seres ponzoñosos, venenosos, ni comestibles: vacas, conejos, cabras, peces, gallinas, pollos, codornices, así como a muchas otras especies. Me refiero a esto, porque comparto la idea de que los animales en general no deben ser maltratados por divertimento o pura maldad «placentera» para el sujeto actuante contra ellos. Ese absurdo doblegar resulta penado por la ley, justamente.

Cobarde y canalla vil es quien atropella y viola, o atropella o viola, a una mujer, en general, pero más si lo hace aprovechándose de su mayor tamaño o fuerza física, de sus capacidades mayores en musculatura o habilidades masculinas. Mucho más si la somete con armas de cualquier tipo: palos, piedras, armas blancas o negras. También esto conlleva penalidades legales, pero sobre todo morales, éticas.

Del mismo modo vemos en la sociedad la cobardía de quien siendo mayor en tamaño, habilidades o por tenencia de cualquier arma que lo aventaje sobre el otro desproporcionadamente, saque provecho de esto para imponerse sobre alguien desvalido. Lo veíamos en las instituciones educativas, en las cotidianas reyertas, donde llevarla sobrada, o robada, no era un elemento positivo para un contrincante o varios, si vamos a lo deportivo, por ejemplo. Alguien más se metía a separar y hasta a enfrentar al cobarde. Mucho más si a uno le caían entre varios. Cobardía pura y dura.

Del mismo modo ocurre para aquel o aquellos que disponiendo del poder, de las armas o de cualquier supremacía física, mental, económica, o de cualquier tipo, busca someter a un individuo o una población desprovista, desarmada. Aquí no aplica la ley del más fuerte, porque para ello existen los acuerdos sociales y políticos, incluidas las leyes. No se puede abusar del poder, no se puede abusar de las armas, hay regulaciones para ello. Existen los derechos humanos. Y una población no puede ser sometida impunemente por canallas, viles y/o cobardes, por haberse hecho de las armas que le otorga la República para la defensa de ella o de las mismas leyes. Si no la vida en sociedad volvería a ser el caos irrefrenable de épocas antiguas, superadas buenamente por los acuerdos.

Cuando la cobardía se impone, se aplican tratados relevantes para defender individuos, para eso existen en los países normales, con Estado de derecho, las constituciones nacionales, las leyes, los acuerdos internacionales, los derechos humanos. Porque si no, de no ser así, viviríamos en guerra permanente con familiares, con los vecinos de nuestras casas, con los países vecinos. Por ello existe, instituida y estatuida, la necesidad de proteger a una población desvalida que ha sido sometida por el poder y las armas de cobardes, canallas y viles. Eso incluye a aquellos que someten mujeres, niños, ancianos, como si el mundo no viera en estos tiempos de redes sociales inmediatas, lo que ocurre. Como en las antiguas cayapas, alguien se mete a defender al desvalido. Por humanidad. Más nada. Al menos, así debería ser, aunque prevalezcan los intereses pecuniarios y de todo otro tipo.

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