
Con el regreso a clases de los estudiantes del sur de Florida para el nuevo año escolar, muchos padres no solo se preocupan por el buen desempeño de sus hijos en la escuela y la buena relación con sus compañeros.
También les preocupa el aumento de las medidas migratorias.
En el condado de Miami-Dade, donde al menos 82,000 estudiantes son estudiantes de inglés —muchos de los cuales provienen de familias con estatus migratorio mixto—, regresar a la escuela puede generar ansiedad y temor a que las medidas migratorias destruyan a las familias.
“Tenemos mucho miedo. Vamos de casa al trabajo y del trabajo a casa”, dijo Roselia, madre indocumentada de cuatro hijos que estudian en las Escuelas Públicas de Miami-Dade. Le pidió al Herald que usara solo su nombre de pila, alegando su temor a la deportación.
A Roselia le preocupa ser deportada y que sus cuatro hijos, todos nacidos en Estados Unidos, regresen de la escuela sin un padre que los cuide. Los agentes federales ahora pueden ingresar legalmente a las escuelas si cuentan con una orden judicial o consentimiento, y dado que las fuerzas locales del orden han estrechado su cooperación con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU, algunas familias afirman vivir con el temor constante de que un día escolar pueda terminar con un padre o un hijo interrogado por funcionarios de inmigración, o incluso detenido.
Si bien la mayoría de las deportaciones ocurren discretamente, sin que los maestros o compañeros de clase lo sepan, el Miami Herald ha documentado varios casos de estudiantes que han sido deportados, sus padres fueron deportados o que ahora viven a diario con la posibilidad de ser separados de sus padres, un temor que está transformando las aulas en todo el sur de Florida.
“Hay personas detenidas todos los días. Los niños volverán a la escuela en otoño, mirarán a su izquierda, mirarán a su derecha, y habrá niños ausentes”, dijo Frieda Goldstein, abogada de inmigración y exfiscal federal de inmigración del Departamento de Justicia.
A este temor se suma el programa 287(g), que faculta a los oficiales locales para actuar como agentes de inmigración. Las Escuelas Públicas del Condado de Miami-Dade presumen de contar con la fuerza policial escolar más grande del país. Si bien no se ha hablado públicamente sobre la firma de un acuerdo formal con ICE, los defensores de la inmigración temen esta posibilidad.
Para César García, profesor de secundaria entrante en la Academia iPrep en el centro de Miami, el inicio de su primer año como docente trae consigo tanto entusiasmo como conversaciones difíciles sobre inmigración.
García, inmigrante de la República Dominicana que ahora es ciudadano estadounidense, impartirá clases de pensamiento crítico, finanzas personales y negocios.
Comentó que los profesores que conoce y que se preocupan profundamente por sus estudiantes ya están teniendo conversaciones difíciles sobre qué hacer si los agentes de inmigración se presentan en la escuela y cómo apoyar mejor a los estudiantes que puedan verse afectados.
“Nunca permitiría que se llevaran a un niño”, dijo. “Como ciudadano estadounidense e inmigrante, creo que todos en este país tienen derechos y necesitan el debido proceso. Hemos visto un gran desprecio por el cumplimiento de la ley y se supone que esto es la aplicación de la ley”.
“Entiendo que debemos abordar la situación migratoria”, añadió, “pero no estoy de acuerdo con cómo se está implementando”.
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