La imprevisibilidad de Donald Trump se ha convertido en una de sus armas diplomáticas. Para que una amenaza sea eficaz, debe resultar creíble y con el presidente de Estados Unidos, casi todas lo son. Ya en su primer mandato, Trump esgrimió aranceles que nunca se aplicaron, pero esta vez ha llevado casi hasta el límite esa agresiva diplomacia del chantaje. Con la política comercial y otras amenazas, ha logrado en dos semanas en el cargo concesiones de México, Canadá, Colombia y Panamá, aun al precio de generar incertidumbre en las empresas y sacudidas en los mercados. Trump también se cuelga la medalla del alto el fuego en Gaza. Pese a las dudas que suscita esa política, los republicanos exhiben sus conquistas. “A este ritmo de logros, no solo debería el presidente Donald Trump estar en el Monte Rushmore, ¡quiero ocuparme personalmente del cincel!”, tuiteó su aliado Elon Musk este lunes.
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