Donald Trump ha cortado, al menos de momento, la escalada. El presidente de Estados Unidos había respondido hasta ahora a cada represalia decidida por China a sus aranceles, en un juego de la gallina en el que nadie se mostraba dispuesto a frenar antes de despeñarse. Ahora, Trump parece plantarse con los aranceles que ya ha impuesto y tender la mano al diálogo, según se desprende de sus palabras de este viernes por la noche en el Air Force One, el avión presidencial. El presidente insiste en que está en una posición muy fuerte para negociar, pero esta semana ha dejado en evidencia que no es así.
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