La reciente provocación de Nicolás Maduro, al enviar cazas F-16 para hostigar barcos de guerra estadounidenses en el Caribe, es un acto temerario que desnuda la desesperación de un régimen narcoterrorista al borde del colapso.
Sobre todo a partir de ahora que Trump autorizó derribar aviones venezolanos si se acercan demasiado al despliegue militar de EEUU en el Caribe.
Este desafío directo a la Armada de Estados Unidos, con 8 destructores, dos submarinos, una escuadra de barcos anfibios, además de los aviones F-35 y Poseidón patrullando aguas cercanas a Venezuela, no solo pone en riesgo la estabilidad regional, sino que también revela la disposición de Maduro de querer escalar tensiones con EEUU para distraer la atención de su grave crisis interna.
Lejos de proyectar fuerza, esta maniobra exhibe su debilidad, enfrentándose a un país decidido a erradicar el narcotráfico y la opresión que su régimen representa.
El presidente de EEUU, Donald Trump, ha reafirmado su compromiso de erradicar a los cárteles y narcotraficantes como Nicolás Maduro y su pandilla, responsables de destruir los pueblos de América Latina.
Con Venezuela en el centro de su estrategia, Trump ha elevado la lucha contra el régimen de Maduro a un nuevo nivel, marcando un punto de inflexión irreversible para el narcoterrorismo chavista.
Trump ha declarado que los pueblos latinoamericanos anhelan ser liberados del yugo de los cárteles y de líderes corruptos como Maduro y sus cómplices, a quienes acusa de liderar una organización terrorista que trafica drogas, perpetúa la violencia y desestabiliza la región.
La designación del Cártel de los Soles como organización terrorista permite a Estados Unidos emplear la fuerza militar para desmantelarlos, estrategia que recuerda la exitosa campaña que realizó hace poco en país contra el Estado Islámico.
En palabras de especialistas en la materia, “Trump es el un líder capaz de derrotar a los cárteles de una vez por todas y liberar el hemisferio occidental, con el apoyo de las sociedades ciudadanas de los respectivos países, como en el caso de Venezuela”.
El despliegue de esa poderosa fuerza de guerra estadounidenses en aguas cercanas a Venezuela no es solo una operación antidrogas; es una advertencia clara de que el narcoterrorismo no será tolerado y su derrota esta cerca.
Maduro, agobiado frente a una debacle segura, responde con bravatas, enviando cazas F-16 para provocar a la Armada estadounidense, en un acto insensato que expone su fragilidad y su disposición de exponer la vida de inocentes antes de someterse a la justicia o huir como una rata.
Mientras el pueblo venezolano liderado por María Corina Machado y la coalición de países encabezados por Estados Unidos buscan liberar al país del narcoterrorismo, Maduro se aferra al poder mediante el miedo y la represión.
La región mantiene la respiración ante esta pulseada, sabiendo que el resultado definirá el futuro de la libertad y la justicia en el hemisferio.
La pregunta no es si Maduro y sus cómplices serán derrotados, sino hasta dónde llegará su avaricia y su maldad para tratar de perpetuarse en el poder.