Una fuerte explosión precede a la vibración de los cristales de la habitación de la sexta planta, donde se encuentra el hotel. A lo lejos, dos enormes bolas de fuego iluminan totalmente el cielo por momentos, transformándolo a plena luz del día; justo en ese momento pasa Mohamed por la puerta abierta de la habitación. “Israel”, dice gesticulando con las manos. Él es uno de los trabajadores del hotel que se encuentra en la antigua zona del régimen de Bachar el Asad en la ciudad de Qamishli, en el noreste de Siria. Mohamed tiene el perfecto inglés americano aprendido en las películas en la televisión subtituladas al árabe. A pesar de su juventud, posee esa mezcla de curiosidad informativa y sabiduría política innata capaz de analizar y entender las cosas que suceden en su país.
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