Hace unas semanas, un personaje controversial del escenario empresarial venezolano, Ricardo Fernández Barrueco, reapareció en Panamá. De acuerdo con fuentes consultadas, Fernández Barrueco, otrora figura poderosa conocida por su concesión de los Astilleros Braswell en el istmo, se presentó en un reconocido bufete de abogados venezolano-panameño en la ciudad de Panamá. Este bufete se especializa en asesorar a inversores para colocar su dinero en fondos de inversión y de capital.
La visita de Fernández Barrueco a este bufete no era casual. Si bien su situación económica actual no es la misma que la de sus años de auge, manteniendo un perfil discreto después de su encarcelamiento en Venezuela, su interés se centraba en acceder a las oportunidades de inversión que ofrece Panamá.
El bufete, especializado en la gestión integral de inversiones, desde el papeleo hasta la orientación, ofrece el respaldo necesario para que los inversores obtengan rendimientos a través del sistema financiero e inmobiliario panameño. Este proceso, naturalmente, exige una rigurosa presentación de avales, comprobantes, fianzas y otros documentos que garanticen la solidez financiera de los inversores.
El descubrimiento del fraude y la huida a España
Fernández Barrueco, con su historial manchado por controversias y problemas legales, presentó la documentación requerida al bufete panameño. Sin embargo, la sorpresa no tardó en llegar. Cuando el equipo legal de la firma comenzó a cotejar la información proporcionada, descubrieron la alarmante verdad: muchos de los documentos presentados por el empresario carecían de validez, pues habían sido falsificados.
Fernández Barrueco, haciendo gala de las “malas mañas” que parecen persistir en su modus operandi, había construido un elaborado compendio de documentos fraudulentos, mientras buscaba hacerse de inversiones.
Se cree que Fernández Barrueco pudo haber olfateado la inminente revelación de su engaño, pues con la misma rapidez con la que reapareció en Panamá, desapareció del país. Su destino: España. Actualmente, se encontraría prácticamente oculto en una pequeña localidad al norte del país, en la región del Cantábrico, lejos del bullicio y el escrutinio público.
Este episodio panameño se suma a la larga lista de incidentes turbios que han marcado la trayectoria de este empresario venezolano.
El ascenso y caída de un magnate controversial
Para comprender la magnitud de la situación actual de Fernández Barrueco, es necesario repasar su historia. Nacido en Venezuela en 1965, Fernández Barrueco amasó una considerable fortuna, alcanzando un estimado de 1.600 millones de dólares para el año 2005. Su imperio empresarial, el Grupo Proarepa, abarcaba alrededor de 270 empresas en diversos sectores, desde la pesca de atún hasta la banca y la producción de alimentos. Su cercanía con el gobierno de Hugo Chávez, especialmente durante la huelga general de 2002-2003, le brindó ventajas y oportunidades que impulsaron su ascenso económico. Fernández Barrueco, apoyando al gobierno de Chávez con sus vehículos para la distribución de alimentos, se ganó el favor oficial.
Sin embargo, la ambición desmedida y las prácticas cuestionables llevaron a Fernández Barrueco a un abrupto declive. Su incursión en el sector bancario en 2009, con la adquisición de cuatro bancos (Bolívar, Confederado, Canarias y BanPro), terminó en desastre. Incumplimientos en el aumento de capital y problemas de solvencia provocaron la intervención gubernamental de estas instituciones en noviembre de 2009. Poco después, en diciembre del mismo año, Fernández Barrueco fue arrestado, acusado de apropiación de fondos, apropiación indebida de créditos y asociación para delinquir, cargos relacionados con la crisis bancaria venezolana de 2009-2010. En enero de 2010, el gobierno venezolano nacionalizó el Grupo Proarepa.
Fernández fue dejado en libertad en abril de 2013, después de haber estado preso durante tres años y medio. Aunque fue liberado, tenía prohibición de salir del país y debía presentarse periódicamente en un tribunal.
Los FinCEN Files revelaron detalles adicionales sobre las turbias operaciones financieras de Fernández Barrueco, incluyendo una compleja transacción con el Deutsche Bank de Nueva York por 62.7 millones de dólares, que quedó inconclusa tras su detención.
Adicionalmente, años atrás se difundieron denuncias que vinculaban su flota pesquera con actividades de narcotráfico.
La reciente falsificación de documentos en Panamá reafirma el patrón de comportamiento de este empresario, cuya trayectoria está marcada por la controversia y los problemas legales.
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