Por Rafael Veloz García/@Rafaelvelozg
Quienes somos apasionados en la lectura de la historia y la ruta de los pueblos, siempre nos preguntamos cuál sería el pecado histórico que hemos cometido, para que ocurra el mayor padecimiento de todo un pueblo en los últimos 25 años.
Por una “Diosidencia” (Dios + coincidencia), me llega una entrevista del predicador católico Pablo Vivas, sobre apariciones Marianas en Venezuela con la vidente y mística Martina Esperanza de Bianchi, Sierva de Dios en proceso de beatificación, donde trata el papel de Venezuela como tierra de promisión (acción de la promesa) y reconciliación. Las apariciones se inician en 1975 en la finca Betania, ubicada en Cúa, estado Miranda. Se trata sobre la misión de Venezuela, como país destinado a un papel especial en el plano divino, como nación de la promesa, huella divina y con un signo especial: Venezuela es el único país del mundo consagrado al Santísimo Sacramento. Se califica a los venezolanos como hijos de la promesa, para la reconciliación de los pueblos y naciones. “Tamaña responsabilidad“.
¿Qué va a suceder en Venezuela? ¿Cuál será el detonante de la Gracia, para irradiar al mundo?
Es bastante difícil seleccionar uno de los mensajes. Me atrevo a compartir el siguiente, que la vidente, Sierva de Dios, Martina Esperanza de Bianchi, publica, lo dicho por la Virgen en su aparición “Cuando os pregunten qué mensajes os han sido dados, responderéis textualmente: Nuestra Madre ha venido como María, Virgen y Madre, reconciliadora de todos los pueblos y naciones, y su mensaje es comprometerse a un mejor servicio a la Iglesia Católica, y este servicio lo tenemos que hacer reconciliándonos más y más, todos los cristianos, ya que la conciliación trae estímulos a los derechos del hombre, justicia social, renovación y carisma, aún más, la reconciliación supone la verdad, el amor, la reparación y libertad de conciencia, para vivir cónsono con la enseñanza que dejó mi hijo Jesucristo”. Ese es el mensaje central que nos pidió la Virgen divulgar.
La Iglesia ha aprobado oficialmente las apariciones de Betania. Fue un largo proceso de verificación, con más de 2.000 personas entrevistadas, las apariciones fueron vistas por cientos de personas, y fueron verificados los milagros. En una de las apariciones de la Virgen, el sol comenzó a girar, de la misma forma que sucedió en Fátima, Portugal.
María Esperanza, fue una vidente venezolana que a lo largo de su vida fue emisaria de la Virgen. A través de ella, entre los años ’70 y ’80, de unas profecías, las cuales para aquel momento, la mayoría no entendía a que se referían, pero actualmente tienen especial vigencia. Un fragmento de una de ellas, de 1989, dice lo siguiente “…Es la única verdad que puede salvar al hombre de una guerra entre hermanos. En estos tiempos recurran a la buena siembra del bien, que es la identificación del amor y la verdad de un pueblo de Dios que anhela justicia social. Ya que mientras no se unan, vivirán vida de angustia, pena, sombra y quebranto. He aquí, hijitos, el amor de una madre que os ama para servir de punto de partida a una ley de justicia, amor, paz y reconciliación, oración, meditación, penitencia, eucaristía”. Este fue un mensaje contundente. Diez años después, con la victoria electoral de Hugo Chávez, comenzó a cobrar sentido, puesto que no refleja otra cosa que la situación de Venezuela y lo que se ha vivido en los últimos 25 años, una situación, donde la propia Virgen anticipó lo que está pasando ahora y el camino que debemos tomar para acabar con esta etapa tan oscura, a través de la justicia social y reconciliación.
¿Y cómo lograr esa reconciliación y justicia social? Pues la Virgen María por medio de María Esperanza, lo ha puesto de manifiesto: los venezolanos debemos convertirnos en los hijos de la reconciliación, porque con ella lograremos la justicia social, la renovación de la fe y la esperanza, el impulso a la oración y la libertad individual. La reconciliación es necesaria para acabar con el sufrimiento, aquel que llevamos padeciendo desde hace años y que en algunos momentos parecía que no acabaría. Debemos ser capaces de perdonar y entender que esta no es una lucha entre hermanos, sino del bien contra el mal. Se trata de restaurar la paz donde ha habido guerras y de convertir a Venezuela como instrumento de reconciliación mundial ante tantos escenarios llenos de violencia.
Estas revelaciones están acompañadas por otro evento que va más allá del entendimiento del ser humano, porque la ciencia ha tratado de explicarlo y no ha dado con la respuesta: la restauración de la imagen de la Virgen de Coromoto. Como es sabido, las estampaciones a indígenas de la Virgen de Coromoto y de Guadalupe son las únicas que oficialmente están reconocidas por la Iglesia. Para 2009, se descubrió que la imagen de la Virgen de Coromoto se ha restaurado sin intervención humana, dando como mensaje que su recomposición va de la mano con el logro de la libertad de Venezuela, con ello, trayendo la misión de Venezuela como Tierra de Promisión (promesa cumplida), dando comprensión al mensaje de la Virgen de ser hijos de la reconciliación, tanto de Venezuela como del resto del mundo, por lo cual, debemos promover el amor, la paz, la oración, la eucaristía. ¿Qué ha hecho que Venezuela se convierta en Tierra de Promisión? La respuesta es que estamos preparados para la purificación, porque ya hemos vivido el significado de ya no tener nada que perder, porque hemos aprendido del desprendimiento material, de la separación familiar y, en especial, a causa de la diáspora de más de 9 millones de venezolanos, nos hemos convertido en ciudadanos del mundo. Estamos dejando nuestra huella en cualquier nación y con ello podemos ser los nuevos portavoces del mensaje de Dios.
Venezuela ha estado bajo el sufrimiento de la injusticia, de la maldad, división, pérdida de derechos; aun así, el compromiso del venezolano ante Dios y su Iglesia sigue inquebrantable. Venezuela es tierra de Esperanza y de Gracia.
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Dr. Rafael Veloz García, diputado a la Asamblea Nacional y al Parlasur electo en 2015 y expresidente de la Federación Interamericana de Abogados (FIA)