
La estancia en prisión de R. Kelly, el cantante condenado a 50 años de cárcel por dos sentencias de delitos sexuales y que lleva entre rejas desde 2019, está siendo agitada. Como se ha sabido ahora, el pasado viernes, 13 de junio, el músico de Chicago tuvo que ser hospitalizado de urgencia a causa de una sobredosis sufrida en las instalaciones donde vive, en Butner, Carolina del Norte. Sus abogados afirman que fue culpa de los funcionarios y parte de un complot, mientras que la fiscalía les acusa de inventarse sin vergüenza una trama como esa.
Por El País
Robert Sylvester Kelly —nombre real del artista— llegó el pasado viernes al hospital de Duke, en Durham, a unos 30 kilómetros de la cárcel, tras despertarse temprano por la mañana “mareado” y con sensación de desmayarse. “Empezó a ver puntos negros”, afirman sus letrados en una moción presentada ante la corte este martes, 17 de junio. “Intentó levantarse, pero cayó al suelo. Llegó gateando hasta la puerta de la celda y perdió el conocimiento”. Al parecer, el personal médico de la prisión no pudo ayudarle, por lo que una ambulancia le trasladó hasta Duke, donde estuvo hospitalizado durante dos días.
Los letrados señalan que los funcionarios le dieron a R. Kelly “una cantidad excesiva” de medicación el pasado jueves 12 de junio. Él toma pastillas para la ansiedad y para poder dormir, pero en este caso la dosis fue muy alta, siempre según los defensores del cantante. Sin embargo, la fiscalía federal ha ido un paso más allá y ha acusado a los abogados de la defensa de que esas demandas de intento de asesinato son “fantasiosas” y “repugnantes”. El Departamento de Prisiones ha declinado hacer cualquier declaración, afirmando que están en una “litigación pendiente”.
Según los abogados, el artista —ganador de un Grammy por el éxito de los 2000 I Believe I can Fly— no logró comunicarse con ellos hasta el domingo 15, porque, siempre según su versión, iban a tener una llamada previa que fue “cancelada sin explicación”. Además, se quejan de que le dieron el alta contra su voluntad, ya que el hospital informó de que tendrían que operarle de unos coágulos en la sangre, pero eso supondría dejarle ingresado dos semanas antes de la operación. Los defensores del cantante aseguran que, poco después de plantear la intervención quirúrgica, llegaron agentes armados de la prisión y se llevaron al músico.
“En menos de una hora, unos agentes armados entraron en la habitación del hospital y se lo llevaron”, para volver a ponerle en régimen de aislamiento, según esa moción. “Su vida está en peligro porque el Departamento de Prisiones le negó la cirugía necesaria para quitar los coágulos de sus pulmones”, escriben los abogados. “Podría morir de esta enfermedad, y están permitiendo que ocurra”.
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