Un impactante caso viral conocido como el de Sister Hong ha sacudido a China y ahora resuena en Latinoamérica. La historia involucra a un hombre que, fingiendo ser mujer, engañó a cientos de hombres, grabó sus encuentros íntimos sin consentimiento y luego vendió los videos en línea.
Por pluralidadz.com
El protagonista de esta trama es un hombre de 38 años apellidado Yao, quien operaba en la ciudad de Nankín. Bajo el alias de ‘Sister Hong’ o la ‘hermana Hong’, construyó una identidad femenina en aplicaciones de citas para atraer a sus víctimas, no a cambio de dinero, sino de curiosos obsequios como frutas y electrodomésticos. Lo que parecía un simple encuentro era, en realidad, un plan para grabar y comercializar material explícito.
El modus operandi: una falsa identidad para ganar confianza
Yao Mou Mo perfeccionó su engaño al detalle. Para construir su personaje, utilizaba pelucas, maquillaje cargado y una mascarilla que ocultaba gran parte de su rostro.
Algunos medios incluso reportan el posible uso de un modulador de voz. Se presentaba en redes sociales y aplicaciones de citas como una figura femenina tierna y empática que ofrecía compañía.
A diferencia de otros servicios, ‘Sister Hong’ no pedía dinero.
En su lugar, solicitaba a sus visitantes que llevaran regalos como aceite de cocina, carnes congeladas o frutas. Esta táctica le permitía generar confianza y disipar sospechas, mientras los hombres llegaban a su apartamento con bolsas de mercado, una imagen que se ha vuelto icónica en los memes que circulan en internet.
De la cita al negocio ilícito: la red de videos
Lo que las víctimas no sabían era que el apartamento estaba equipado con cámaras ocultas. Yao grababa todos los encuentros íntimos sin el consentimiento de ninguna de las personas involucradas.
Posteriormente, este material explícito era distribuido y vendido en foros cerrados y grupos de chat privados.
Para acceder a los videos, los interesados debían pagar una cuota de membresía de aproximadamente 150 yuanes, lo que equivale a unos 21 dólares ($81 mil pesos colombianos).
Se estima que Yao llegó a presumir en sus propias redes haber vendido cerca de 1.691 videos, utilizando filtraciones de parte del material para atraer a más clientes. Entre los hombres engañados había perfiles de todo tipo, incluyendo profesores, entrenadores personales, oficinistas e incluso hombres comprometidos.
La red de Yao se derrumbó cuando una de las víctimas, un influencer de fitness, se reconoció en uno de los videos que circulaban en línea. Indignado y avergonzado, decidió presentar una denuncia formal ante la policía, destapando así toda la trama. Las autoridades allanaron el lugar, confiscaron los equipos y confirmaron la existencia del material.
Aunque en internet se difundió la cifra de 1.600 hombres engañados, la policía de Nankín ha aclarado que la situación fue «magnificada». Las autoridades afirman que el número de víctimas identificadas es de 237. Pese a la aclaración, el caso se convirtió en un fenómeno cultural en China, generando un torrente de memes, parodias y hasta audios virales en la versión china de TikTok, con la frase de una de las víctimas que, al descubrir el engaño, dijo: «Bueno, ya vine hasta acá, ni modo».
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