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Pasó 18 años en el corredor de la muerte y fue ejecutada por masacrar a su familia en Texas

AP

 

El 7 de abril de 1987, Frances Newton llegó a su casa en un pueblo de Texas junto a su prima. Tenía 21 años, un matrimonio que se desmoronaba y dos hijos pequeños. Apenas abrió la puerta llamó a Adrian, su esposo, pero nadie respondió. Cuando ingresó a su dormitorio lo vio tirado en la cama, pensó que estaba haciendo una siesta tardía hasta que dio la vuelta y vio, del otro lado de la cama, la sangre espesa y oscura goteando hacia la alfombra.

Por TN

Salió corriendo hacia la habitación de sus hijos y al entrar se encontró con el peor paisaje posible. Ambos, Alton de 7 años y Farrah de 22 meses, estaban muertos. Alguien les había disparado en la cabeza. Cuando la policía llegó al lugar unos minutos después, Frances Newton seguía gritando con desesperación.

A las pocas horas, esta joven mujer desgarrada, que había perdido a sus dos hijos y a su marido, se convirtió en la principal sospechosa para los investigadores. Dos semanas después, Frances Newton fue detenida y acusada por los homicidios de su marido y sus dos hijos pequeños.

Frances lo negó con énfasis. Y reconstruyó las horas previas al hallazgo. Dijo que había habido una discusión con su pareja; ella había escuchado hablar a Adrian con su hermano (vivía en la misma casa) sobre una deuda que mantenían con un dealer de drogas. Ella exigió una explicación, pero ni su marido ni su cuñado se la dieron. Al ir al baño encontró, de casualidad, un arma que Adrian había escondido y ella la puso en una bolsa y salió de la casa para ir a buscar consuelo con su prima. Algunas horas después regresó a la casa para encontrar el hallazgo macabro. Cuando fue consultada por la policía sobre quién podía haber cometido los crímenes, Frances apuntó a Charlie, el dealer al que su marido le debía 1500 dólares.

La policía muy rápidamente descubrió varias situaciones que comprometieron a Frances, aun antes de las pruebas forenses. Ambos cónyuges tenían amantes y las peleas eran constantes. Una semana antes, Frances había sacado un seguro de vida de 100.000 dólares para su esposo y sus dos hijos, quedando ella como beneficiaria. Se comprobó que falsificó la firma de su marido. Ella justificó la falsificación sosteniendo que lo hizo para que su marido no se quejara por el dinero que ella había gastado en la póliza del seguro. También muy pronto descubrieron que ella sacó un arma de la casa y la tiró debajo de una casa vecina esa misma tarde. El arma era del mismo calibre de las balas que mataron a su familia. Ella dijo que lo hizo para evitar que Adrian la usara contra el dealer.

Las pericias forenses demostraron también que en la pollera de la mujer había restos de pólvora (aunque luego quisieron hacerlo pasar por vestigios de fertilizantes usados por el padre de ella).

Y Charlie, el dealer acusado por ella, nunca fue encontrado. No había en toda la ciudad ni un rastro de ese tal Charlie. Nadie conocía a alguien que se dedicara al tráfico de drogas con ese nombre o a ningún otro con los rasgos que aportó la mujer. Parecía tan solo una mala coartada.

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