
Daniel Ortega ha roto 100 días de cautela y silencio ante Donald Trump: en la víspera del primero de mayo, durante el acto del Día Internacional del Trabajador en plaza pública, el caudillo sandinista ha despotricado contra el presidente republicano, horas después que el Departamento de Estado publicara un informe –autolaudatorio, a propósito de los cien días de gestión del magnate– que coloca al régimen “copresidencial” entre sus “adversarios a combatir”. Si antes de ese día en Managua había una política cooperante recibiendo en silencio aviones cargados de deportados, o abandonado la causa sudafricana ante la Corte Internacional de Justicia que acusa a Israel de genocidio para alinearse con Washington, esta semana el viraje ha sido total.