
Cuando le preguntaron con quién se quedarían sus hijos si le daban el trabajo, Valeria, de 24 años, no supo qué decir. Días después, en una mañana de invierno, recibió un mensaje con los resultados del programa culinario al que se había postulado para recibir capacitación y un trabajo como cocinera en la ciudad de Nueva York. Está segura de que la rechazaron por no tener con quién dejar a los dos niños, de seis y 10 años. Valeria, que prefiere no dar su nombre para este reportaje, lleva ocho meses viviendo con ellos en los refugios de inmigrantes de Nueva York.
Por El País
Son una de las más de 35.000 familias con niños que todavía viven en los espacios que se abrieron en la ciudad para acoger a miles de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos en los últimos años, tras huir de la violencia o la pobreza en sus países de origen. Hasta marzo de 2025, estas familias representaban el 81% de la población migrante en los albergues, según los últimos datos de la oficina del contralor municipal, que han dejado de actualizarse.
La mayoría no puede trabajar formalmente porque su estatus migratorio es irregular y no tienen permiso de trabajo, por lo que salir de los albergues e iniciar una nueva vida se vuelve casi imposible. Ahora, además, se enfrentan al anuncio de la clausura de 13 refugios, entre ellos el reconocido hotel Roosevelt, a finales de este mes de junio. Valeria y las otras madres que viven en el Hotel Row, cuyo cierre no está planificado, dicen que los trabajadores sociales no les han informado de qué sucederá con ellas cuando los refugios cierren.
Un representante de la Oficina de Asuntos de Inmigrantes del alcalde Adams asegura por correo electrónico que las madres inmigrantes que necesiten un hogar siempre podrán acceder a los albergues que aún permanezcan abiertos. “El municipio trabaja para apoyar a las madres en refugios a través de programas y asociaciones con organizaciones sin fines de lucro. Ofrecemos opciones de cuidado infantil y ayudamos a las madres a conectarse con el trabajo”, aseguran.
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