
Media hora al sur de Miami, en los Redlands, el paisaje cambia totalmente. Apenas a unos 50 kilómetros del lujoso Brickell y la famosa Calle 8 y Pequeña Habana, y tras pasar los suburbios del suroeste del condado, aparecen vastos campos de cultivos que se pierden en el horizonte. Los viveros de plantas ornamentales, como orquídeas, arecas y palmas de todos tipos aparecen uno tras otro a ambos lados de las avenidas y calles principales, con carteles que anuncian “nursery” —como se llama en inglés a los viveros, pero que los pobladores de la zona, en su mayoría inmigrantes centroamericanos que trabajan en el campo, llaman “nurserías”.
Por El País
Uno de los viveros está abierto —la entrada es una apertura en la cerca de malla. Una vez dentro no se ve a nadie, solo hileras de plantas de diferentes tipos y tamaños en macetas de plástico negro. Después de unos minutos, aparece un empleado. Es mexicano, vive en una humilde casa móvil en el vivero que tiene fuera una mesa plástica con sillas blancas y un toldo para el sol. Enseguida aparecen dos niños, luego son tres que miran inquietos desde la distancia. Todas las plantas están a la venta, pero no están haciendo envíos, dice el hombre, que pide no revelar su identidad por miedo a las autoridades de inmigración.
“Yo tengo licencia de conducir y todo, pero con la situación como está ahorita, no estamos saliendo”, se disculpa amablemente.
Una ofensiva migratoria en fincas, construcciones y carreteras en Florida que se ha extendido por varios meses ha generado un clima de terror entre los trabajadores del campo, según grupos de defensa de los inmigrantes. Adyacente a los Redlands, en la ciudad de Homestead, donde el 70% de los habitantes son hispanos y vive la mayoría de los trabajadores agrícolas de la región, el miedo ha entrado a los hogares. Muchas personas evitan salir de las casas a trabajar, llevar los hijos al colegio o ir al médico por temor a ser detenidos, explican los residentes, capataces de fincas, administradores, dueños de viveros y activistas de inmigración.
En Florida vive una de las mayores poblaciones de inmigrantes en situación irregular, se estima en 1,2 millones. Aproximadamente la mitad de los trabajadores agrícolas en el Estado son inmigrantes, y casi la mitad son indocumentados, según los grupos de investigación.
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