
En la superficie, los Van Breda eran lo más parecido a una familia ejemplar: exitosos, cariñosos, unidos por lazos que parecían inquebrantables. Martin van Breda, un empresario próspero del rubro inmobiliario, había hecho fortuna entre Sudáfrica y Australia; su esposa, Teresa, era una mujer discreta y dedicada a sus hijos.
Por infobae.com
Sus dos hijos varones, Rudi y Henri, y su hija menor, Marli, habían completado parte de su educación en Australia. En 2014, luego de varios años viviendo entre Perth y la Sunshine Coast, decidieron regresar a Sudáfrica, donde Martin tenía intereses comerciales en expansión y Teresa deseaba estar más cerca de su familia.
Según The Guardian, la mudanza los llevó a De Zalze Golf Estate, una urbanización cerrada en Stellenbosch, dentro de la región vinícola del Cabo Occidental.
Un entorno considerado entre los más seguros del país, con patrullas de vigilancia, cercos eléctricos y detectores de movimiento. Pero en ese paraíso vallado, en el corazón de una de las regiones más exclusivas del sur africano, la familia quedaría destrozada en una madrugada brutal y sin sentido.
Rudi van Breda, de 22 años, estudiaba ingeniería en la Universidad de Melbourne, donde había ingresado tras completar su licenciatura con honores. Teresa solía decir que era su hijo más noble, disciplinado y generoso. Marli, de 16, cursaba el último año escolar.
Según testigos citados por The Guardian, era alegre, espontánea, rebelde. Henri, el menor, había iniciado estudios en la misma universidad, pero había abandonado. Desde su regreso a Sudáfrica en agosto de 2014, vivía con sus padres, sin un proyecto claro.
Se encontraba, según The Times, en un año sabático, sin estudios ni empleo, y con problemas de consumo de drogas.
La relación con Marli, según el propio Henri en sus declaraciones ante el tribunal, era la más tensa: “Si había alguien que discutía con mis padres, era ella. Estaba creciendo y rebelándose”, dijo durante su testimonio en la Corte del Cabo Occidental, recogido por BBC News.
No mencionó fricciones con su padre, aunque amigos de la familia declararon que Martin estaba perdiendo la paciencia con él y había amenazado con cortarle el dinero si no abandonaba sus adicciones.
Una escena espeluznante
El 27 de enero de 2015, el espanto se abrió paso entre los muros de De Zalze. A la mañana siguiente, Martin, Teresa y Rudi fueron encontrados muertos, bañados en su propia sangre, con heridas provocadas por un hacha.
Marli estaba gravemente herida, con una profunda cortadura en la garganta, múltiples fracturas craneales y marcas defensivas en sus brazos. Henri tenía algunos rasguños menores en el torso y un corte leve en el abdomen. Según The Guardian, fue hallado afuera de la casa, en short de dormir, con los pies manchados de sangre, hablando por teléfono.
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