Desde una mirada crítica, el populismo como enfoque de la política económica de los gobiernos intervencionistas y personalistas, tienen como objetivo defender el bienestar del “pueblo”, comprometiendo el gasto público, sin incentivar el crecimiento macroeconómico, pero con una intención de mejorar la distribución del ingreso a favor de los sectores más desposeídos de la sociedad, es significativo resaltar que es un modelo donde los intereses políticos se anteponen a los intereses económicos de la sociedad.
El término populismo se ha usado en política con dos acepciones diferentes; una de ellas tiene un significado positivo, pero principalmente se usa con una connotación negativa. En algunos casos se identifica erróneamente el populismo con la demagogia: mientras ésta última está referida al discurso del político buscando influir en las emociones de los electores, el populismo está referido a las medidas que toma un político, buscando la aceptación de los votantes.
El populismo ha sido una característica recurrente en la historia política de Venezuela, especialmente ligado a su condición de país rentista petrolero. A lo largo del siglo XX y en el XXI, diferentes gobiernos han utilizado discursos y políticas populistas para consolidar su poder y movilizar a la población.
Raíces y evolución del populismo venezolano: Populismo clásico (mediados del siglo XX): Surge en la década de 1940, en un contexto de migraciones del campo a la ciudad y nuevas demandas socioeconómicas. La política y el petróleo estuvieron estrechamente ligados, y figuras como Rómulo Betancourt (Acción Democrática) y Rafael Caldera (COPEI), aunque con matices, implementaron políticas sociales y de redistribución de la renta petrolera. Esta etapa, a pesar de sus aspectos positivos en la democratización inicial, también sentó bases para una dependencia del Estado y del petróleo, y para una «democracia clientelar». Declive del punto fijismo y surgimiento del neopopulismo (finales del siglo XX y XXI): A partir de la década de 1980, el agotamiento del modelo rentista y las crisis económicas llevaron a un descontento social creciente. El «Caracazo» de 1989 evidenció la fragilidad del sistema. En este escenario, emerge la figura de Hugo Chávez, quien capitalizó el descontento popular y prometió una «revolución bolivariana» para «redimir» al pueblo de la «IV República» (la democracia bipartidista).
Características del populismo en Venezuela: Liderazgo carismático: Se centra en una figura fuerte y carismática que se presenta como la voz del «pueblo» y encarna sus necesidades y aspiraciones. Hugo Chávez es el ejemplo más claro de este tipo de líder en la historia reciente. División entre «pueblo virtuoso» y «élite corrupta»: El discurso populista construye una dicotomía entre un pueblo bueno y una élite oligárquica o «burguesía» responsable de los problemas del país. Esto a menudo se traduce en un discurso antiimperialista. Dependencia de la renta petrolera: Históricamente, el populismo venezolano ha estado fuertemente vinculado a la explotación y distribución de la renta petrolera.
Impacto del populismo en la economía y la sociedad venezolana: El populismo en Venezuela, particularmente en su versión más radical en el siglo XXI, ha tenido un impacto profundo y negativo, llevando a una crisis humanitaria y al deterioro de la calidad de vida de la población:
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Crisis económica: El modelo rentista y el intervencionismo estatal excesivo han provocado hiperinflación, desabastecimiento masivo, caída drástica de la productividad no petrolera, y una grave crisis económica.
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Deterioro social: La crisis económica ha generado un empobrecimiento generalizado, con altos índices de inseguridad alimentaria, falta de acceso a servicios básicos como la salud, y una emigración masiva.
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Erosión democrática: La concentración de poder y el control de las instituciones han debilitado la democracia, limitando las libertades individuales y la participación política efectiva. La falta de un sistema judicial independiente y la manipulación electoral han sido características.
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Dependencia del petróleo: A pesar de los discursos de diversificación, la economía ha seguido siendo altamente dependiente del petróleo, lo que ha magnificado los efectos de las fluctuaciones de los precios internacionales.
El populismo en Venezuela, si bien ha prometido reivindicaciones sociales y económicas, ha derivado en un modelo que, apoyado en la renta petrolera y en un discurso polarizador, ha llevado a una profunda crisis en todos los ámbitos, transformando lo que algunos han denominado una «democracia delegativa de izquierda» en un régimen autoritario.
Cuando Hugo Chávez tomó el poder en Venezuela hace casi 20 años, promovió un populismo de izquierda que parecía estar concebido para salvar la democracia. Pero, por el contrario, ha provocado la implosión del modelo democrático en ese país como se evidenció la semana pasada cuando el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se apropio de las funciones del parlamento.
El futuro de Venezuela es una advertencia: el populismo es un camino que, al principio, puede lucir como una democracia. Sin embargo, cuando se lo analiza hasta su conclusión lógica, puede provocar que la democracia se debilite o incluso se convierta en autoritarismo. El populismo no siempre termina siendo autoritarismo.
En Venezuela la práctica del populismo ha servido para conservar gobiernos, pero concretamente cuando emergió la llamada Quinta República un proyecto político sustentado en el socialismo del siglo XXI, por Hugo Chávez Fría, se inició una fase desconstrucción en las políticas sociales, económicas y educativa con el propósito de establecer un cambio con tono nebulosos que proponía cambios en la constitución de práctica del modelo Socialista pero que en lo concreto no era más que el modelo populista. Si algún líder latinoamericano contemporáneo se emparenta con la figura de Juan Domingo Perón, en términos de esa doble característica, es el fallecido presidente. Efectivamente, desde que la escena venezolana fue copada con su presencia, Chávez revitalizó la práctica política populista a través de un discurso cargado de emocionalidad que sintonizó eficazmente con la población.
Lo grave, el concepto de populismo es tan complejo, lo han visto como una especie de patria cuyo rasgo distintivo es la equiparación del país y el pueblo, pareciendo este último al universo social integrado por la gente. El patriotismo inducido por Maduro agota sus esfuerzos en dar la sensación de unión con el pueblo, teniendo como los protagonistas a los excluidos, es decir en nombre de estas personas Nicolás Maduro se erige como el defensor de los intereses nacionales y democráticos frente a la inevitable invasión del imperio norteamericano. Por eso es que Kurt Weyland, un politólogo de la Universidad de Texas, escribió en un artículo académico de 2013 que el “populismo siempre estará en conflicto con la democracia”.
Quedo revelado Maduro es el constructor de su crisis económica, estratégicamente sustituyo la producción por importación ejemplo los CLAP, quebrando a la mayoría de los productores nacionales, Maduro aún con los pocos dólares que le entran al país mantiene una visión distorsionada e interesada de lo que se debería hacer ante una aguda crisis económica. Sin duda, todo tiene una clara intención: El populismo se mueve que la gente dependa de las “bondades” del Estado venezolano o en su defecto de la revolución bolivariana.
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