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Marco Rubio impone en México la narrativa de Donald Trump en plena escalada regional

Fotografía cedida este miércoles por la Presidencia de México, que muestra a la mandataria, Claudia Sheinbaum (d), saludando al secretario de Estado, Marco Rubio (i), a su llegada a una reunión en Palacio Nacional de la Ciudad de México (México). EFE/ Presidencia de México

 

El Gobierno de Donald Trump puede un día lanzar un misil sobre una lancha procedente de Venezuela y matar a sus 11 tripulantes; y al siguiente, afirmar públicamente desde el corazón del Ejecutivo de México —diana habitual de sus amenazas— que va a haber más ataques de este tipo. Esto mientras su secretario de Estado, Marco Rubio, celebra, con el canciller mexicano al lado, “la cooperación histórica” que han alcanzado con la Administración de Claudia Sheinbaum. Cada uno de estos actos encajan en la narrativa que Trump ha impuesto en la región, reducida a una premisa básica para el mandatario: sea en forma de aranceles o disparos, el bastón de mando lo sigue teniendo él.

Por Beatriz Guillén | EL PAÍS

Desde su primer día de regreso a la Casa Blanca, Trump decretó designar como organizaciones terroristas a seis cárteles mexicanos y a dos pandillas, la venezolana del Tren de Aragua y la centroamericana de la Mara Salvatrucha. Cuando a principios de agosto, el presidente republicano ordenó a las fuerzas armadas estadounidenses combatir a los carteles de droga en el extranjero, las alarmas sonaron rápido en Venezuela y México. Las dos medidas del presidente apuntalaban el camino a una ilusión vieja del ala dura trumpista: una intervención militar bajo la justificación de luchar contra el narcotráfico.

Esa nueva política exterior de agresiones se cobró el martes sus primeras víctimas mortales. En aguas internacionales del Caribe, una lancha con 11 personas a bordo y presuntamente un cargamento de droga saltaba por los aires después de los disparos directos de Estados Unidos. Ese supuesto cargamento es la única justificación que Trump ha dado para acabar con la vida de los tripulantes, a los que acusa de formar parte del Tren de Aragua. El mandatario tampoco ha buscado ningún sustento legal para el ataque más allá de sus propias órdenes presidenciales: “Eran cantidades masivas de drogas que iban a entrar en nuestro país a matar a un montón de gente, y todo el mundo entiende eso. Ya no lo van a hacer más”, ha dicho este miércoles sin más explicación.

Esa misma estrategia de normalización es la que ha aplicado Marco Rubio desde la Secretaría de Exteriores de México. Como un caballo de Troya, el secretario de Estado sentenciaba sobre el ataque: “Puede pasar de nuevo, mañana o en una semana”. “No son simplemente personas que comenten algún crimen, son organizaciones, son una amenaza directa a la seguridad nacional. (…) Son carteles que están ganando miles de millones de dólares, no les importa perder una carga o dos porque la guardia costera pare un barco. Eso no funciona”, ha explicado Rubio, que justificando el ataque a la embarcación de Venezuela ha descrito a la perfección el modus operandi de cualquier cartel mexicano.

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