El poder chavista descansa ahora mismo sobre un puñado de personas que pueden contarse con los dedos de una mano. Nicolás Maduro, en este momento crítico en el que se ha autoproclamado presidente de Venezuela ante el repudio de la comunidad internacional, solo quiere rodearse de los más fieles. El fiscal general, Tarek William Saab, es uno de ellos. Por eso lo ha colocado al frente de una reforma constitucional de la que venía hablando Maduro desde antes de las elecciones, pero quiere acelerar menos de una semana después de tomar posesión sin haber refutado las pruebas que demuestran que cometió un fraude en las elecciones presidenciales.
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