En el mercado existe una amplia variedad de aceites para cocinar y para el uso cosmético o medicinal. Algunos derivan de alimentos que se consumen comúnmente, mientras que otros son sustraídos de plantas.
Sobre los aceites comestibles, muchos de ellos pueden generar un impacto positivo o negativo en la salud, dependiendo de la composición química del tipo de grasa que contengan y el nivel de consumo habitual.

De acuerdo con la Clínica Mayo (EE UU), los principales tipos de grasas que existen son las saturadas, que se pueden encontrar en carnes y productos lácteos; y las insaturadas, que se encuentran en aceites vegetales, frutos secos y pescado.
En el caso de otro tipo de aceites que se usan para la aromaterapia, el cuidado de la piel y tratamiento tópico, suelen ser derivados de plantas, como árboles ciprés, eucalipto, girasol y geranio.
Tipos de aceites y su impacto en la salud
-Aceite de coco
Este aceite se usa tanto para el tratamiento cosmético como para suplemento para cocinar. De acuerdo con la Universidad Pompeu Fabra (UPF, por sus siglas en inglés) de Barcelona (España), el aceite de coco contiene alrededor de 92 % de ácidos grasos saturados.
Diversos estudios coinciden en que este aceite aumenta tanto los niveles del colesterol HDL, denominado bueno; como el LDL, conocido como colesterol malo. Los triglicéridos también pueden presentar un incremento debido al alto contenido de grasas saturadas.

Una publicación en el sitio web de la National Library of Medicine explica que el aceite de coco tiene un efecto adverso en los parámetros asociados con la salud cardiaca, mientras que el uso tópico ayuda en la prevención y tratamiento de la dermatitis atópica y prevención de la caries al hacer buches, como si fuera un enjuague bucal.
-Aceite de oliva
En el mercado existen varios tipos de aceite de oliva, utilizados tanto para freír alimentos o aderezar ensaladas. Sin embargo, expertos en medicina y nutrición recomiendan usar el extra virgen, ya que en su proceso de elaboración es prensado en frío, lo que permite que retenga todos sus nutrientes que ayudan a reducir el colesterol malo.
En un estudio publicado en la revista especializada SCielo, expertos hallaron que el consumo de aceite de oliva extra virgen tiene efectos beneficiosos para la presión arterial sistólica y dislipidemias, lo que reduce el riesgo de daño cardiovascular y enfermedad coronaria.

Asimismo, la publicación revela que el aceite de oliva ayuda a disminuir la inflamación y los riesgos de padecer diabetes tipo 2.
Por otro lado, los nutricionistas recomiendan que, al comprar aceite de oliva, se deben adquirir aquellos que estén envasados en botellas oscuras, ya que esto evita la degradación del producto por la luz exterior.
-Aceite de aguacate
El aguacate es una fruta que proporciona grasas monoinsaturadas, componentes que pueden ayudar a aumentar los niveles del colesterol bueno y bajar los del malo. Asimismo, este tipo de grasas también se relacionan con el control de los niveles de glucosa en sangre, de acuerdo con la Clínica Mayo.
Al traducir las propiedades del aguacate en aceite, algunas investigaciones han revelado que muchas marcas venden aceite de aguacate adulterado con otros tipos, como maíz, algodón o canola. De hecho, un estudio publicado por la Universidad de California (Los Ángeles, EE UU) reveló que 82 % de los productos que hay en el mercado estadounidense están “rancios o mezclados con otros aceites”.

En contraste a ello, un aceite de aguacate idóneo es rico en monoinsaturados y reduce los riesgos asociados al aumento del colesterol total y malo, de acuerdo con un informe de la Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Redalyc).
En ese sentido, los expertos de la Universidad de California recomiendan a los consumidores que al momento de comprar un aceite de aguacate se percaten de que sea virgen. Este debe tener un sabor a graso, con toques de mantequilla y champiñones.
El estudio de la Universidad de California indica que el aceite de aguacate auténtico debe ser verde. También recomiendan comprar una cantidad adecuada según las necesidades de cada persona, ya que puede oxidarse con el tiempo.
-Aceite de girasol
El aceite se extrae de la semilla del girasol y contiene ácidos grasos poliinsaturados, insaturados y vitamina E, de acuerdo con una publicación de la Fundación Española de Nutrición.
Un informe de SCielo revela que el aceite de girasol está relacionado con la disminución de los triglicéridos, sin embargo, no es la mejor opción para personas que padezcan de diabetes, ya que tiene un impacto significativo en el aumento de la insulina en sangre y niveles de glucosa.

Asimismo, el estudio precisa que el consumo de aceite de girasol también podría generar un incremento en el porcentaje del colesterol malo.
-Aceite de canola
Es alto en ácidos grasos monoinsaturados que pueden estabilizar los niveles de glucosa en la sangre y es recomendado, ya que puede usarse en altas temperaturas, por lo que es ideal para freír carne y vegetales.
Este aceite es derivado de la flor canola y diversos estudios coinciden en que está relacionado con una reducción del colesterol malo, además de prevenir los riesgos de diabetes.

De acuerdo con la revista SCielo, el aceite de canola es el que mejor perfil de ácidos grasos y aportes tiene para la salud, por lo que es la opción ideal para la preparación de alimentos.
Otros tipos de aceites que se pueden encontrar en el mercado son a base de maní, linaza, sésamo y semillas de uva, que integran la lista de los alimentos con porcentaje de grasas poliinsaturadas (contienen omega 6 y 3) y tienen un impacto positivo en la reducción del colesterol malo.
El impacto de los aceites en el colesterol
Todos los aceites que se utilizan para cocinar y aderezar alimentos tienen un impacto significativo en el colesterol, que se divide en malo o bueno.
El colesterol malo (LDL) es la grasa en la sangre que se acumula en las arterias y puede llegar a obstruir el flujo sanguíneo. Niveles altos de este tipo de colesterol puede causar riesgos de enfermedades cardíacas o accidentes cardiovasculares.
Por su parte, el colesterol bueno (HDL) es el responsable de recopilar el exceso de colesterol para enviarlo hasta el hígado para que este lo procese y elimine. Un nivel alto de HDL ayuda a prevenir riesgos de enfermedades cardiovasculares.
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