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martes 17 de junio 2025
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Los outsiders bajo fuego: Crónica de una persecución sistemática en AméricaOpiniónpor Alfonzo Bolívar

Los outsiders bajo fuego: Crónica de una persecución sistemática en América, por Alfonzo Bolívar

En las últimas dos décadas, América Latina ha sido testigo de una alarmante serie de ataques, persecuciones y asesinatos contra líderes políticos que se oponen frontalmente al proyecto socialista del siglo XXI. Este patrón no es casual ni aislado: representa un claro intento de eliminar a quienes representan una alternativa real al dominio de la oligarquía socialista encabezada por el régimen cubano.

Jair Bolsonaro en Brasil, perseguido y demonizado por su retórica frontal y su defensa de los valores tradicionales; el asesinato del presidente de Haití Jovenel Moïse en 2021; el cobarde magnicidio del candidato ecuatoriano Fernando Villavicencio en 2023; y el atentado contra el entonces candidato y hoy presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en junio de 2024, constituyen eslabones de una misma cadena. A esto se suma el reciente intento de asesinato contra Miguel Uribe, senador colombiano y fuerte aspirante presidencial, así como la constante persecución contra figuras como María Corina Machado, emblema de la resistencia democrática en Venezuela.

Estos hechos reafirman una verdad incómoda pero urgente: el socialismo del siglo XXI mata. No se trata solo de un modelo económico fallido, sino de una estructura de poder totalitaria que elimina sin piedad a todo aquel que le haga frente. Su matriz está en La Habana, y desde allí se exportan no solo discursos y manuales ideológicos, sino estrategias criminales de control: fusilamientos, presos políticos, exilios forzados, narcotráfico, terrorismo de Estado, migraciones manipuladas, y el financiamiento de guerrillas e invasiones híbridas.

Quienes levantan la voz contra este modelo —los llamados outsiders, conservadores liberales, líderes independientes— son sistemáticamente atacados. No por lo que hacen, sino por lo que representan: una amenaza real a la permanencia de regímenes autoritarios disfrazados de democracias populares.

La ciudadanía debe despertar. La retórica revolucionaria ya no oculta los crímenes sistemáticos de una élite que se ha perpetuado en el poder, manipulando elecciones, persiguiendo periodistas, judicializando la disidencia y asesinando rivales políticos. Lo ocurrido en Haití, Ecuador, Colombia, Venezuela y ahora incluso en Estados Unidos, evidencia que el eje del mal se ha globalizado.

Los verdaderos criminales no están en las filas de quienes defienden la propiedad privada, la vida, la libertad y el orden republicano. Están enquistados en estructuras de poder que se visten con ropajes de justicia social, pero operan con métodos de tiranía y sangre.

América está a tiempo de reaccionar. Pero esa reacción debe ser firme, valiente y sin ambigüedades. Defender a los líderes perseguidos no es solo un acto de justicia: es una obligación con la democracia y con el futuro de todo un continente.

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