El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha reunido, ha hablado e incluso jugado algolf con numerosos líderes extranjeros desde su regreso a la Casa Blanca. Pero en su lista hay una enorme excepción: no ha conversado aún con el jefe de Estado chino, Xi Jinping, mientras las tensiones entre ambas potencias económicas se disparan, en áreas que abarcan desde los aranceles mutuos a la defensa, y ambos gobiernos intercambian reproches y acusaciones que amenazan la inestable tregua comercial que alcanzaron el mes pasado. Ahora la Casa Blanca asegura que ambos hablarán muy pronto, probablemente esta misma semana. Pero Pekín se muestra mucho más escéptica. Y aunque ambos líderes conversen, es improbable que su charla vaya a solucionar las profundas diferencias de fondo entre ambos gobiernos.
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