
El prolongado silencio de los Dodgers ante las redadas migratorias en Los Ángeles, junto con un reciente episodio que vinculó a ese equipo de béisbol con agentes federales de inmigración, ha reabierto viejas heridas en la comunidad latina, que durante generaciones los ha respaldado con fervor, pero que hoy siente que ha sido traicionada.
«Sin nosotros no hay Dodgers, y en este punto, si llegan a decir algo, se va a sentir que fue forzado. La gente no confía en ellos y está muy confundida», declara a EFE Amanda Carrera, una seguidora de ascendencia mexicana.
Cada temporada, los Dodgers celebran la cultura latina con eventos y noches temáticas dedicadas a las herencias mexicana, salvadoreña o guatemalteca, y han adoptado el término «Doyers», popular entre la comunidad chicana, como símbolo de su vínculo con la afición latina, que representa cerca del 40 % de sus seguidores.
Sin embargo, ese lazo emocional se ha puesto a prueba en las últimas semanas tras el inicio de redadas migratorias masivas en Los Ángeles y la falta de posicionamiento del equipo al respecto.
La expectativa de una respuesta pública se desvaneció cuando Lon Rosen, jefe de marketing de los Dodgers, declaró al diario Los Angeles Times que el equipo no haría comentarios sobre nada relacionado con las redadas que aún lleva a cabo el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE).
Para muchos esta postura terminó de romper la confianza que ya venía resquebrajada desde que el equipo aceptó la invitación de la Casa Blanca y estrechó manos con el presidente, Donald Trump, tras su victoria en la Serie Mundial de 2024.
La molestia se ha intensificado luego de que algunos seguidores denunciaran restricciones al ingresar al estadio. Jonathan Reimer señaló que le negaron la entrada al Dodger Stadium por llevar una bufanda similar a un sarape mexicano, considerada «material ofensivo» por las autoridades del recinto. También circulan videos donde personal del estadio retira carteles en contra de ICE.
Además, los directivos intentaron impedir que la cantante dominicana Nezza interpretara el himno nacional en español; sin embargo, en señal de protesta, la joven cantó «El pendón estrellado», una versión oficial aprobada por el Departamento de Estado en 1945.
La comunidad agotó su paciencia el jueves cuando circularon en redes sociales videos y fotografías que mostraban la presencia de agentes federales en vehículos dentro y alrededor del estadio.
La confusión creció cuando las versiones oficiales no coincidían: el equipo aseguró haber negado el acceso a ICE, mientras que la agencia federal negó haber estado allí. A su vez, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) confirmó que agentes de la Patrulla Fronteriza (CBP) solo estuvieron brevemente en las inmediaciones.
Reabren las heridas
La situación desató protestas fuera del estadio, donde aficionados y vecinos exigieron una postura del equipo con carteles que decían «¡Fuera Trump!» o «Boo Dodgers» y como muestra de solidaridad pedían a los asistentes no entrar al juego entre los Dodgers y los Padres, su rival.
Carrera, que se considera apasionada por el equipo, esta vez no acudió como fan, sino como una admiradora herida en busca de respuestas.
«Esto se siente como una gran traición. Me pregunto: ¿Por qué les ha tomado tanto decir algo cuando se trata de su comunidad?», dice.
Esa falta de posicionamiento también ha reabierto las heridas provocadas por la construcción del estadio en los años cincuenta, cuando cientos de familias fueron desalojadas de los barrios de Palo Verde, La Loma y Bishop, comunidades mayoritariamente mexicanas de la zona de Chávez Ravine.
Las autoridades prometieron vivienda pública que nunca se construyó y presionaron a los residentes a vender sus casas por poco dinero. El terreno fue vendido luego a los Dodgers y las últimas familias fueron desalojadas por la fuerza en un operativo televisado.
El distanciamiento entre la comunidad latina y el equipo comenzó a suavizarse 30 años más tarde, cuando los Dodgers ficharon a Fernando Valenzuela, un joven lanzador mexicano cuyo éxito inmediato reavivó el sentido de pertenencia de una comunidad que por décadas se sintió excluida.
Pese a la gran decepción que siente Al Aguilar, un fan «de siempre» de 72 años, considera que nunca es tarde para actuar y cree que los Dodgers aún pueden enmendar su error: «La comunidad ya los perdonó una vez, todavía pueden dar un paso en la dirección correcta», comenta a EFE.
EFE