
Las manifestaciones de migrantes en California contra las persecuciones desencadenadas por Donald Trump se extienden por otras capitales de Estados Unidos, donde viven y trabajan millones de mexicanos, muchos bajo la amenaza de deportación, y están dejando un oleaje político que se hace notar con fuerza en México, tanto en la vertiente humana como en la económica. Las negociaciones entre ambos países, tensas desde hace meses a cuenta de los aranceles, han dado un volantazo hacia los problemas migratorios con declaraciones espinosas por todas partes, entre ellas las acusaciones de la secretaria de Seguridad estadounidense, Kristi Noem, que ha acusado a Claudia Sheinbaum de instigar la violencia en California, algo de la presidenta ha rechazado con contundencia. Todos los gobernadores de México, con independencia del partido político que representen, han firmado una carta institucional de respaldo a la presidenta. “Nunca ha llamado a protestas violentas”, por el contrario, siempre “ha enfatizado el valor del diálogo como vía para la resolución de diferencias”, han dicho.
Por El País
Las siempre difíciles relaciones bilaterales se han enredado ahora en las remesas que envían los migrantes a sus familias mexicanas y la posibilidad de gravarlas con un impuesto del 3,5%. Eso y las persecuciones contra los migrantes han removido el eterno avispero político. Si, como apuntan ya algunos analistas, detrás de todo esto se adivinan los nervios por la convocatoria electoral del año que viene en Estados Unidos, a medida que se acerque esa fecha México pasará largos meses bajo un fuego cruzado entre demócratas y republicanos, siendo la migración el ariete en la pelea, como en toda campaña.
No le hacen falta a Trump elecciones para atizar el fuego, de todas formas. Lo viene haciendo desde que ganó las presidenciales y la migración es yesca en las afirmaciones de muchos de sus correligionarios. No solo las palabras de Kristi Noem han levantado olas. Senadores republicanos como Eric Schmitt se regodean con los impuestos a las remesas aludiendo directamente al enojo que eso provocará en Sheinbaum.
Los mexicanos cierran filas de nuevo ante el enemigo exterior. A la carta institucional firmada por los gobernadores, en la que ponen paños calientes a las relaciones entre ambos países, reafirman su compromiso con la unidad nacional y la cooperación internacional, se han unido las declaraciones de la presidenta de Morena, María Luisa Alcalde, que ha salido a defender a su presidenta recordando que ni ella ni el partido han alentado nunca la violencia. Y en la Cámara baja, los morenistas han redactado una misiva de condena a la situación que están viviendo sus paisanos en el extranjero que quieren enviar a los Representantes de Estados Unidos, pero antes de eso tratarán de consensuarla con el resto de partidos políticos para presentar un frente unido. Por su parte, los senadores morenistas discutieron este martes sobre una eventual manifestación frente a la embajada estadounidense en el paseo de la Reforma de la capital. Finalmente, hubo disenso y se frustraron esos planes. Esta retirada y los apoyos de todos los frentes al pacifismo defendido por la presidenta parecen destinados a enfriar la polvareda que se ha desatado en tres días con las protestas de los migrantes, y que en nada ayuda a México en sus negociaciones económicas.
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