La deportación de cientos de venezolanos desde Estados Unidos hacia la megacárcel de El Salvador conocida como Centro de Confinamiento contra el Terrorismo ha avivado un debate dentro de las filas opositoras al chavismo. La hostilidad de Donald Trump hacia la diáspora pone a las fuerzas democráticas ante un inesperado dilema: que sean sus aliados quienes están dispensando un trato cuestionable a sus compatriotas y malponiendo su causa frente a la población. Hay que sumar que las deportaciones no establecen diferencias entre delincuentes e inocentes y cuentan con la entusiasta anuencia del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, aliado de Trump y con quien una parte de la oposición venezolana simpatiza.
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