
Una investigación publicada en las últimas horas en el sitio Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) llegó a la conclusión de que existe una diferencia clave entre los cerebros de la gente optimista y pesimista, y que podría resumirse así: las personas optimistas son neuronalmente todas iguales, mientras que las pesimistas poseen una estructura más “idiosincrática”, es decir, caracterizada por diversos matices.
Por Clarín
“El optimismo es un rasgo de personalidad crítico que influye en la cognición orientada al futuro al enfatizar los eventuales resultados positivos y disminuir la importancia de los negativos. ¿Cómo representa el cerebro las diferencias idiosincráticas en el pensamiento episódico sobre el futuro que están moduladas por el optimismo?”, se pregunta el trabajo publicado por investigadores de las Universidades de Kobe y de Kioto, en Japón.
Si Freud o Lacan se levantaran de la tumba…, ¿volverían a morir al ritmo de este paper? Hay recursos y objetivos. En este caso -como en otros trabajos de su tipo- el fin sería establecer ciertos niveles de estandarización en el campo de la salud mental que permitan optimizar posibles tratamientos con márgenes de incertidumbre supuestamente menores.
El hecho es que en dos estudios con imágenes de resonancia magnética, se escaneó a los participantes durante una tarea de “pensamiento episódico futuro”, en la que se les presentó una serie de escenarios con diferentes situaciones emocionales y se les pidió imaginarse a sí mismos (o a su pareja) en ese lugar.
“El análisis de similitud de representación entre sujetos reveló que los individuos más optimistas tenían representaciones neuronales similares en la corteza prefrontal media, mientras que los individuos menos optimistas mostraron representaciones más idiosincráticas en esa región”, explican los científicos.
También llegaron a la conclusión, en base a la representación neuronal observada en el cerebro, que las personas optimistas imaginan “eventos positivos como más distintos de los negativos”, lo que facilita la diferenciación psicológica. Es decir, evidencian un mayor contraste entre ambos a la hora de imaginarse un episodio futuro.
Estos hallazgos tienen implicaciones teóricas y metodológicas importantes para la comprensión del valor adaptativo del optimismo, ya que lo que se desprende de estos escaneos neuronales es que -como dicen los autores- “los individuos optimistas son todos parecidos, pero cada pesimista lo es a su manera”, lo que implicaría en estos últimos una mayor complejidad que podría atentar contra esa capacidad de adaptación.
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