
El régimen de los Ayatolás está realizando diversas obras en una instalación nuclear subterránea distinta de los tres emplazamientos atacados por EE.UU. en junio, según un nuevo análisis del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) basado en imágenes tomadas por satélite.
Las fotografías «señalan riesgos emergentes del programa nuclear de Irán a pesar del daño causado» por los bombardeos de precisión estadounidenses y de Israel, que participó también en el ataque sobre los centros de Fordó, Natanz e Isfahan hace cuatro meses.

El estudio asegura que, con base en las imágenes satelitales, la operación ‘Martillo de Medianoche’ detuvo «de manera efectiva el enriquecimiento y el procesamiento del uranio» al destruir zonas claves de esos tres recintos.
Sin embargo, el CSIS señala que Irán ha mantenido activas las labores de construcción en una instalación enterrada a gran profundidad situada en una zona montañosa, apenas a 1,5 kilómetros al sur del centro de enriquecimiento de uranio de Natanz, cuya construcción comenzó en 2020.

Imágenes tomadas el 30 de junio y el 30 de septiembre muestran que en ese lapso Irán ha construido un muro de seguridad alrededor de todo el perímetro del sitio y que ha ampliado los espacios en torno a dos de los portales de acceso al búnker.
Si bien el CSIS considera difícil evaluar definitivamente el propósito de estas obras, estima que toda esta actividad resulta «altamente sospechosa» y baraja tres hipótesis, la primera de ellas, que Irán podría estar intentando construir en el sitio una planta de ensamblaje de centrifugadoras de uranio.
La segunda apunta a que Teherán podría estar ampliando el alcance de las actividades de la llamada ‘Pickaxe Mountain’, trasladando ahí, por ejemplo, las actividades metalúrgicas que resultaron inutilizadas en Isfahán.

Por último, el régimen Ayatolá podría estar buscando establecer una planta clandestina de enriquecimiento de uranio en la base subterránea «con la esperanza de que esta pueda enriquecer las reservas actuales de Irán de unos 400 kilos de uranio enriquecido al 60 %».
El CSIS concluye que estos hallazgos incrementan la preocupación en un momento en que, sin inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y con Teherán amenazando con abandonar el Tratado de No Proliferación (TNP), el programa nuclear iraní «está cada vez más definido por la opacidad estratégica, el caos operativo y una probable cultura interna de miedo».
EFE

