Aterrizamos en Berlín para visitar las oficinas de Lovehoney, empresa líder de juguetes sexuales. Ya en los baños del aeropuerto, una máquina dispensa vibradores junto a tampones y condones. En un barrio a las afueras de la ciudad y de camino al cuartel general de la compañía, un grafiti en una vieja fachada propone: “Contra el Estado, mastúrbate”. Ya en Lovehoney, una masturbaroom (sala de masturbación) invita a sus trabajadores al autoplacer.