
El cerco militar montado por orden de Donald Trump para fortalecer la seguridad de Estados Unidos, a través del combate directo contra los cárteles de la droga, puso en jaque perpetuo a la dictadura de Venezuela.
Por Román Lejtman | Infobae
“Estados Unidos se va a ir acercando a (Nicolás) Maduro, o un día va a sorprenderlo, si no se va antes”, comentó a Infobae un miembro de la administración republicana cercano al presidente Trump.
Hasta ayer, los barcos, aviones, helicópteros y drones desplegados por el Pentágono para bloquear los embarques de estupefacientes que partían de Venezuela, se mantenían en sus posiciones sin ejecutar movimientos represivos.
Pero en la mañana del martes, Trump recibió información clasificada que sostenía que una embarcación del Tren de Aragua -designado organización terrorista por Estados Unidos- estaba partiendo de un puerto de Venezuela rumbo a aguas internacionales.
Entonces, el presidente de Estados Unidos no dudó y dio la orden para su inmediata destrucción.
“Acabamos de disparar a un barco que transportaba drogas. Sucedió hace sólo unos momentos. Tenemos muchas drogas entrando a nuestro país, entrando desde hace mucho tiempo y estas vinieron desde Venezuela y están viniendo muy fuertemente desde Venezuela. Muchas cosas están viniendo de Venezuela. Lo hemos eliminado”, reveló Trump durante una conferencia de prensa en el Salón Oval.
Ese mensaje llegó directo a Caracas, que se mantuvo «silenzo stampa» ante la demostración de fuerza de Estados Unidos.

El hundimiento del barco perteneciente al Tren de Aragua exhibió la decisión política de la Casa Blanca de destruir todos los envíos marítimos y aéreos de los cárteles de la droga que partan desde Venezuela al exterior.
El Pentágono estará a la espera de la orden de Trump, y cuando ello suceda, irán cayendo todas las embarcaciones que operan en nombre del Tren de Aragua o el Cartel de los Soles, liderado en las sombras por Maduro.
El cerco militar desplegado ahora por Estados Unidos es más poderoso que el mecanismo bélico utilizado por la Casa Blanca para ocupar Panamá y terminar con Manuel Noriega en 1989.
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