María tuvo el lunes 90 minutos para cerrar cualquier pendiente en su trabajo antes de entrar en un periodo de incertidumbre y miedo. Envió correos para que los miembros de su equipo pudieran volver a casa cuanto antes desde donde estaban desplegados, de India a Etiopía, envió facturas y gastos a la única persona que se quedaría activa procesándolas, cerró su cuenta de correo electrónico y eliminó la app de la empresa de su teléfono. En menos de dos horas pasó a estar oficialmente de baja administrativa. No tiene claro cuánto va a durar así, ni cuánto le van a seguir pagando, si es que recibirá algo de su salario.