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lunes 23 de junio 2025
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Humberto García Larralde: Una contundente confesión de fracasoOpinión

Humberto García Larralde: Una contundente confesión de fracaso

Maduro, con sus cómplices, han desatado una oleada de intimidaciones, detenciones y hasta de desapariciones, de destacados economistas. La primera alerta la dio la detención del supuesto administrador de la página Monitor Dólar. Luego, se captura a Rodrigo Cabeza, quien fuera ministro de finanzas en el gobierno de Chávez y es, hoy, profesor de economía de la Universidad del Zulia. Prosiguió, hace dos semanas, con la aprehensión e interrogatorio por parte de agentes de seguridad de Estado, de prominentes economistas del área metropolitana. Algunos fueron prontamente liberados, pero siguen desaparecidos, a la hora de escribir estas líneas, Gerardo Cacique, Daniel Cadenas y el mencionado Rodrigo Cabezas. ¿Su supuesto “delito”? Hacer, como siempre, un seguimiento serio, profesional y calificado de la economía venezolana, y dar a conocer a la opinión pública sus indicadores más representativos. Porque comentar la realidad venezolana actual no puede sino ratificar el fracaso palmario de la conducción económica del país. De ahí la necesidad de borrar esa realidad: no existe. Pero no existe sólo en las mentes perversas de aquellos que creen que, intimidando a profesionales respetados (o secuestrándolos) para que no hablen de ella, ¡el pueblo venezolano va a dejar de sufrir su impronta! Tapar el sol con un dedo, pues.

Se trata de su evidente incapacidad de estabilizar la economía venezolana (léase contener la inflación y evitar el encarecimiento del dólar). Aplican un ajuste neoliberal clásico de naturaleza contractiva, pero sobre una actividad económica desahuciada, reducida a menos de la tercera parte de cuando Maduro ocupó la presidencia, sin acceso a financiamiento externo, con el crédito interno prácticamente desaparecido y muy escaso de divisas, luego de haber destruido buena parte de la industria petrolera. Imposible estimular a inversores y a productores en esas condiciones, requisito indispensable para darle alguna credibilidad aquello de que se “recupera” la economía. Para más hierbas, sometida a la expoliación incesante –coimas, extorsiones, confiscaciones—de quienes comandan las alturas del poder, y sin disponer de las garantías de un Estado de derecho.

Como hemos venido comentando en artículos anteriores, Maduro y sus cómplices se han enredado en la trampa económica que ellos mismos construyeron. No hay forma de recuperar la economía si no se restablece plenamente el ordenamiento constitucional, con todas sus garantías. Pero esto obliga a desmontar los mecanismos de expoliación que sólo operan al margen de la ley. ¿Cómo mantener la alianza de complicidades cuando la renta petrolera ha sido reducida a su mínima expresión y no alcanza? Y el Estado de derecho no se puede restablecer conculcando, precisamente, los derechos políticos y civiles del venezolano, atropellando su voluntad de cambio y usurpando de la manera más torpe la presidencia de la República, con un fraude grosero cometido a plena luz del día. El conocido historial fascista de Maduro, violador de cuanto derecho le reconoce la constitución al ciudadano, y el haber impedido la investidura legítima de Edmundo González Urrutia, ganador por paliza en las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio –¡reconocido urbi et orbi!– clausura toda posibilidad de generar confianza para atraer financiamiento externo y, mucho menos, inversiones. Es inevitable que, en las actuales condiciones, disminuido el grifo de ingresos que proveía Chevron, destrozada la administración pública, colapsados los servicios y con los precios del petróleo deprimidos por la sobreproducción mundial, la economía se deteriore aun más.

Y eso lo señalan los comentarios recogidos, muy objetivamente, en centros de investigación académicos, espacios como el Observatorio Venezolana de Finanzas, y portales que registran el alza del dólar paralelo y cómo lo persigue, a la sombra, el dólar oficial. Es obvio que, con escasas divisas, las reservas internacionales en el piso y sin financiamiento externo, es imposible anclarlo. Reprimir el mercado paralelo solo aumenta la desconfianza en la sostenibilidad del dólar oficial. Dispara operaciones especulativas de arbitraje al ensancharse la brecha con el paralelo, generando mayor incertidumbre, alimentando la compra de divisas, la inflación y la corrupción. No tienen forma de estabilizar la economía ni generar confianza. Cuesta abajo en mi rodada, cantaría Gardel.

Pero como corporación expoliadora, el madurismo se niega a introducir correctivos. Implica ceder el usufructo exclusivo y excluyente de su botín: lo que queda de la economía venezolana. Por tanto, procede a detener e intimidar a quienes recogen, con metodología científica, datos sobre esta realidad. Hay que desaparecer cualquier referencia a ella. Como la inflación volvió a escaparse, el BCV dejó de publicar registros desde octubre del año pasado. Como tampoco lo hace con referencia a la economía real desde 2018. PdVSA dejó de publicar sus Informes de Gestión y sus balances en 2016. Se ha hecho lo mismo con los datos de salud, educación y con la formulación y ejecución de los presupuestos públicos. Maduro piensa (¡otra vez!) que puede “apresar” el mercado paralelo pero las redes se inundan de nuevos portales que informan al respecto. Se conmina al comercio de nuevo a concertar precios, con la amenaza velada de que la Ley de Precios Justos no se ha abrogado. En fin, el regreso al mundo fracasado de los controles, pero reprimiendo todo comentario al respecto.

Y en este blackout informativo urdido como estrategia, aparece Maduro “informando” que la economía creció, el primer trimestre, en 9,3% (¡!). Tan campante, como cuando anunció su triunfo electoral con base en cifras garabateadas presurosamente en la servilleta del delincuente Elvis Amoroso. Y como nadie le cree y economistas serios y respetados lo refutan, se asoma su compinche, Delcy Rodríguez, para sugerirle a la gente que “no estudien la economía venezolana, porque no la van a entender” (¡!).

Y pensar que a quienes se autocalificaban antes de izquierda se les escuchaba decir que “la verdad es siempre revolucionaria”. ¡Estos fascistas ya no tienen máscara detrás de la cual esconderse!

Reprimir a las más calificadas voces de la ciencia económica en el país constituye la confesión más clara, contundente y directa del fracaso de la gestión madurista en todo lo que se refiere al bienestar material de la población. Maduro y sus cómplices les están gritando a los venezolanos, “¡No tenemos nada que ofrecerles! Pero, para amilanar la percepción de sus penurias crecientes, ¡impediremos toda información al respecto!” El mundo de las cavernas que defiende el energúmeno del mazo.

El núcleo fascista quemó sus naves hace rato. Demasiados crímenes y latrocinios como para rendir cuentas. Enfermos, se ilusionan con que los costos de permanecer en el poder no son prohibitivos. Porque, aun encogiéndose más la economía, “el que parte y reparte, siempre le tocará la mejor parte”.

Ante el colapso en ciernes es difícil entender que militares, funcionarios medios, magistrados, policías y todo aquel que quisiera fijar distancia, sigan sosteniendo esta abominación. Sin ellos no hay aparato represivo. La mayoría debe estar consciente, a estas alturas, que continuar defendiendo a quien sólo exhibe fracaso tras fracaso, significa cavar su propia tumba. Porque a muchos les tocará cada vez menos. Otros serán chivos expiatorios para exculpar a quienes les dan las órdenes. Y deben saber que continuar con sus propósitos inhumanos, traicionando a sus compatriotas y a la República al sostener un régimen que no puede ofrecer otra cosa que más miseria, acumularán expedientes cada vez más comprometedores en su contra. Porque la justicia puede tardar, pero llega.

Los venezolanos han mostrado su voluntad de restablecer el Estado de derecho, invistiendo a Edmundo González Urrutia como presidente por haber sido votado por una amplia mayoría. María Corina Machado y las fuerzas que los acompañan han reiterado su disposición a negociar salidas a quienes no han cometido crímenes de lesa humanidad. Los respalda un sólido plan de recuperación y un reconocimiento internacional que habrá de facilitar el financiamiento necesario para enderezar la economía. Seguir sosteniendo a un usurpador fracasado como Maduro es suicida.

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

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