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Humberto García Larralde: La insalvable vulnerabilidad de Maduro

El propósito de la poderosa flota de destructores, submarinos y portahelicópteros enviada al Caribe por el gobierno estadounidense se presta a especulación. El anuncio oficial señala que su misión es combatir el narcotráfico y llevar a sus perpetradores ante la justicia de EE.UU. No obstante, la tensión existente entre el gobierno de ese país y el régimen que encabeza Nicolás Maduro en Venezuela lleva a considerar la posibilidad de otros fines, de naturaleza política. Por otro lado, el comportamiento del presidente Trump que recoge muchos medios bien pudiera llevar a pensar que se trata, más que todo, de un costosísimo ejercicio publicitario destinado a realzar su imagen de líder enérgico, decisivo, con miras a afianzar su poder, tanto dentro como fuera de su país. Sea como fuera, el envío de esta flota ha puesto de relieve la enorme vulnerabilidad del régimen de Maduro.

Tres son los ingredientes de esa vulnerabilidad. En primer lugar, la ilegitimidad de Maduro como presidente de Venezuela, luego del descarado robo que hiciera de las elecciones del 28J 2024 frente las narices de todos. Ningún gobierno serio lo reconoce. Ante el contundente testimonio recogido en más del 85% de las actas oficiales, los representantes de mesa, los millones de votantes, los militares del Plan República y los observadores del Centro Carter –amén de los exit polls y las encuestas tanto previas como posteriores a estos comicios–, no hay duda de que el presidente electo, por muy amplio margen (67% a 30%), fue Edmundo González Urrutia. De su tan crasa ilegitimidad está consciente el propio Maduro, como los demás miembros del núcleo fascista que se cogieron el poder. En respuesta, abdicaron de toda pretensión de defender su “triunfo” en el plano político. Apelaron a los dispositivos terroristas del Estado montados con los cubanos para revertir exclusivamente a la represión de sus oponentes, cruel y arbitraria, como sostén. Pero abandonar, así, la arena política acarrea costos.

Por si fuera poco, el delincuente Elvis Amoroso acabó con toda credibilidad en lo que fue el CNE. Sus grotescas chapuzas al frente de ese ente causaron el manejo tan errático de las elecciones de gobernadores, diputados y representantes de gobiernos locales este año. El cierre definitivo de su página web oficial ilustra su fracaso. Al violentar tan abiertamente la voluntad popular y destruir el ente que debería garantizar su expresión, desaparece, de hecho, toda invocación de soberanía nacional por parte de Maduro como defensa ante amenazas externas. Su vocinglería “revolucionaria” al respecto tendrá escasa resonancia en el concierto internacional, más allá del reducido grupo de Estados forajidos que son cómplices de la depredación del país. Maduro, al estar más aislado que nunca, se encuentra en una posición sumamente vulnerable ante el porvenir.

El segundo factor de vulnerabilidad reside en la identificación de Maduro y de otros jerarcas con el tráfico de drogas, realizada por un tribunal del Distrito Sur de Nueva York. Se les señala de dirigir el llamado Cartel de los Soles, indiciado, junto al Tren de Aragua, de introducir estupefacientes en territorio estadounidense, ocasionando pérdidas de vida. Ambas han sido calificadas como organizaciones terroristas. A pesar de que estos señalamientos vienen de tiempo atrás, aparecen ahora con mayor fuerza seguramente a causa de confesiones de Hugo “el Pollo” Carvajal y de Cliver Alcalá Cordones, buscando rebajar sus penas ante órganos de justicia de ese país que los inculparon por este delito. No serían extraños, tampoco, testimonios coincidentes de otros narcotraficantes. En respuesta, el Depto. de Estado de EE.UU. elevó a USD 50 millones la recompensa por información que lleve a la captura de Maduro, más que la ofrecida, en su momento, por Osama Bin Laden.

El ingreso bruto por este tráfico, según estimaciones de Transparencia Venezuela, montó en unos 8 mil millones de USD el año pasado. De manera que a la ilegitimidad de Maduro por el fraude electoral cometido, se le suma el señalamiento de ser, junto a otros, cabecilla de una banda criminal tildada de terrorista. Para el gobierno de EE.UU., sitúa las acciones a emprender contra Maduro fuera del ámbito de las reglas que condicionan la política internacional entre países para ubicarlas, directamente, en el plano del combate contra la delincuencia. En este contexto, menos aún cabe el argumento de la soberanía para defender a Maduro. Otra cosa sería, empero, si las acciones que ejerza el gobierno de EE.UU. no se circunscriban a este ámbito y perjudican a Venezuela como nación independiente.

El tercer elemento de vulnerabilidad severa que socava el régimen de Maduro está en su fracaso rotundo, notorio y reiterado, en la conducción del Estado venezolano. No es menester repetir los cuentos de horror referentes a los niveles de miseria, el descalabro de los servicios públicos, los bajísimos sueldos, la inseguridad, expoliación y represión indiscriminada de compatriotas, y demás lacras ejercidas por quienes se apoderaron del país, pues los venezolanos las viven a diario. Esta precariedad económica ha llevado al hartazgo y el repudio de la población. Desmonta toda pretensión de Maduro de ampararse en banderas patrioteras, “rodeado de pueblo”, como refugio. Ya nadie espera nada de él, pocos le creen y sólo sus fanáticos estarán dispuestos a acudir en su defensa.

La destrucción por un dron estadounidense de una lancha rápida presuntamente cargada de droga frente a San Juan de Unare, Edo. Sucre, con 11 tripulantes a bordo, es condenable. Conocedores del derecho marítimo señalan una serie de preceptos referentes al combate del crimen en aguas internacionales que fueron desdeñados, haciendo de la acción de la armada gringa una ejecución de facto e ilegal. Al haber sido defendida de manera tan grotesca por DJ Vance, aumenta la inquietud sobre la propensión del gobierno de Trump a desechar, adrede, garantías y normas que interfiriesen con las acciones que tiene propuestas. En el marco de sus señalamientos contra Maduro y sus cómplices de representar un peligro terrorista para EE.UU., estas acciones toman la forma de amenaza existencial para más de uno. Mejor negociar su salida ahora mientras todavía se pueda.

Las reacciones incoherentes de voceros fascistas ante este hecho ilustran bien el desconcierto y el temor que les inflige las posibles acciones de la flota estadounidense. Maduro insiste en su disposición a negociar, cual humilde corderito. Cabello evade el asunto afirmando que el video que registra la destrucción de la lancha es una fabricación de la IA –despreciando el dolor de los deudos en San Juan de Unare por los ajusticiados– y Tarek “Torquemada” Saab vuela sus tapones inventando las más estrafalarias acusaciones contra Edmundo González Urrutia para desviar la atención. Pero, a la par, todos dejan colar, subrepticiamente e hinchados de pecho, arengas contra la “planta insolente del extranjero”, acompañadas de imágenes de personas humildes, fuera de forma, vestidas de milicianos para la defensa de la “patria”. Estos arco-reflejos ideológicos sin duda embrutecen. Cierran toda posibilidad de considerar opciones realistas ante la situación planteada.

Como debe quedar claro, alinearse con Maduro y sus cómplices ante la eventualidad de medidas en su contra por el gobierno de Estados Unidos es todo menos “defender la patria”. Los verdaderos patriotas entre quienes todavía fungen de factores de poder deben saber que, en estas circunstancias, se traduce en quitarles el apoyo a los fascistas y hacer todo lo posible para que salgan del poder. Es hora de que actúen en consecuencia. ¡Basta ya! Ahí están, por demás, los USD 50 millones para la entrega de Maduro, 25 millones si se trata de Cabello y 10 millones si es Vladimir Padrino López.

Ser patriota en estos momentos significa conjurar toda posibilidad de que el país sea arrastrado a un enfrentamiento violento por la casta gansteril de Maduro y abrirle, a su vez, la posibilidad efectiva de que los venezolanos puedan tomar control de su futuro, con dignidad y libertad. Para eso hay planes bien diseñados, formas de acceder a recursos externos y, sobre todo, voluntad política en las figuras de MCM, EGU y muchos dirigentes más, amparados en el convencimiento de las mayorías de que no hay de otra. Maduro es, ahora, más vulnerable que nunca. Ofrece sólo fracaso, aislamiento y la amenaza de meter a la nación en enfrentamientos internacionales que en absoluto le convienen.

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

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