“No es nuestra guerra, que la resuelvan ellos, no nos dejemos arrastrar”, escribía el presidente electo estadounidense, Donald Trump, en sus redes sociales mientras los grupos de la oposición siria tomaban Damasco este fin de semana. El instinto del republicano, que se declara opuesto a la participación de EE UU en “guerras interminables”, es evitar la implicación en el conflicto. Pero, a cuarenta días de llegar al poder, será su Administración la que tenga que enfrentarse a los acontecimientos allí —y asumir las consecuencias—, en la que será la puesta a prueba más apremiante de su política exterior. Y lo que decida, pese a sus declaraciones, puede acabar siendo bastante similar a la estrategia del presidente saliente, Joe Biden.
AméricaBachar el AsadCampañas electoralesDonald TrumpeleccionesElecciones EE UUElecciones presidencialesEstados UnidosGuerra civilisraelJoseph BidenKamala HarrisPartido Demócrata EE UUPartido Republicano EE UUPolíticaPolíticosRusiaSiria