
La hegemonía cultural favorece a quien mejor entiende el poder. Gramsci, intelectual comunista muerto en las cárceles de Mussolini, explicó cómo las ideas conquistan el poder antes que los votos. Ochenta años después, y apenas tres días después de su investidura, el presidente Trump afirmaría: “Lo que el mundo ha presenciado en las últimas 72 horas no es nada menos que una revolución del sentido común”. La izquierda perdía la batalla más importante, la que se libra en nuestras cabezas. El reciente asesinato del joven activista Charlie Kirk (eso que Gramsci llamaría un “intelectual orgánico” de la derecha MAGA) ilustra cómo opera esta “revolución”, demostrando cómo el trumpismo ha aprendido a instrumentalizar cualquier tragedia.