No me refiero a los volcanes geológicos; me refiero a los volcanes políticos y militares en plena erupción o a punto de ello. Casi no hay rincón en el mundo dónde esto no suceda.
Hay volcanes regionales, de elevado peligro. Y hay volcanes nacionales cuando el poder tiraniza y depreda al pueblo.
El fundamentalismo en sus variadas dimensiones, y el relativismo que niega la existencia de verdades generales, son como dos caras de una misma moneda: si la humanidad deja de respetar a los valores normativos-naturales, se encamina a su propia destrucción, la cual es facilitada por el desarrollo exponencial de diversas tecnologías, sin las previsiones éticas que son necesarias.
Stephen Hawking lo explicó de manera sencilla y certera, en relación con la Inteligencia Artificial. León XIV ha asumido el tema como una clave principal de su naciente pontificado.
Los volcanes se multiplican en número y capacidad destructiva. El hombre, al perder su sentido de trascendencia está construyendo volcanes que empalidecen a los geológicos.