
Israel ha atacado varias instalaciones nucleares en Irán como parte de su campaña aérea a gran escala, que el primer ministro Benjamin Netanyahu sostiene es necesaria para «inhibir la amenaza iraní contra la supervivencia su país».
Después de que en la primera ola de ataques el viernes dañaran la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz y mataran a los principales científicos nucleares iraníes, Netanyahu afirmó que Israel había actuado porque «si no se frenaba, Irán podría producir un arma nuclear en muy poco tiempo».
«Podría suceder en un año. Podría suceder en unos pocos meses», advirtió.
El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, expresó el domingo que Israel había «cruzado una nueva línea roja del derecho internacional» al atacar las instalaciones nucleares y que Irán estaba lanzando misiles y drones contra Israel como represalia.
También insistió en que su programa nuclear era pacífico y que la doctrina de su país estaba «arraigada en nuestra convicción en la prohibición e ilegitimidad de las armas nucleares».
Netanyahu señaló que Israel golpeó el corazón del programa de armamento nuclear de Irán cuando atacó Natanz y que los científicos nucleares que mató estaban trabajando en una bomba iraní.
El ejército israelí aseguró que en meses recientes había recopilado inteligencia que mostraba el progreso concreto que se había logrado en los esfuerzos del régimen iraní para producir componentes de armas adaptados a una bomba nuclear, incluyendo un núcleo metálico de uranio con una fuente iniciadora de neutrones para detonar una explosión nuclear».
Irán siempre ha sostenido que su programa nuclear es completamente pacífico y que nunca ha buscado desarrollar un arma atómica.
Sin embargo, una investigación de una década del Oiea encontró evidencia de que Irán condujo «una gama de actividades relevantes en el desarrollo de un dispositivo nuclear explosivo» desde finales de los años 80 hasta 2003, cuando los programas del llamado «Proyecto Amad» se interrumpieron.
Irán continuó con algunas actividades hasta 2009, cuando las potencia occidentales revelaron la construcción de la instalación de enriquecimiento subterránea de Fordo, pero después de eso no hubo «indicios creíbles» del desarrollo de armas, concluyó la organización.
En 2015, Irán llegó a un acuerdo con seis potencias mundiales bajo el que aceptó las restricciones de sus actividades nucleares y permitió un riguroso monitoreo de los inspectores del OIEA a cambio del relajamiento de las sanciones económicas.
Las limitaciones clave abarcaban la producción de uranio enriquecido, que se usa en la producción de combustible para reactores pero también para armas nucleares.
Incluían no enriquecer de uranio por encima del 3,67% de pureza, operar únicamente centrífugas de primera generación, que hacen girar el gas de hexafluoruro de uranio a velocidades extremadamente altas, así como parar el enriquecimiento en la plata subterránea de Fordo.
Pero el presidente de EEUU, Donald Trump, abandonó el acuerdo durante su primer mandato en 2018, declarando que no servía para impedir que Irán fabricara una bomba, y reimpuso las sanciones.
Irán respondió violando cada vez más las restricciones, especialmente las relacionadas al enriquecimiento. Además de producir uranio enriquecido al 60%, usó centrífugas más avanzadas y reanudó el enriquecimiento en Fordo.
El día antes de que Israel lanzara su campaña aérea la semana pasada, la junta directiva de 35 naciones del Oiea declaró formalmente que Irán estaba incumpliendo sus obligaciones por primera vez en 20 años.
¿Cuánto daño ha hecho Israel a la infraestructura nuclear de Irán?
El ejército israelí comunicó en viernes pasado que su primera ola de ataques aéreos dañaron la sala de centrífugas subterránea de Natanz, así como la infraestructura crítica que permitía la operación de la instalación, sin ofrecer evidencia de esto.
Rafael Grossi dijo que el ataque destruyó parte de la Planta Piloto de Enriquecimiento de Combustible (PPEC) sobre tierra, donde las centrífugas producían uranio enriquecido al 60%, y la infraestructura eléctrica del lugar.
Aunque no hubo señal de un ataque físico a la sala subterránea que contenía parte de la PPEC, Grossi añadió que el daño a la infraestructura eléctrica probablemente había tenido un impacto significativo.
Las centrífugas son máquinas frágiles, finamente calibradas. Un pequeño problema como un apagón puede hacerlas girar fuera de control, con sus partes chocando entre ellas mutuamente.
Grossi también indicó que había contaminación radiológica y química en el lugar, pero que el nivel de radioactividad afuera continuaba sin registrar cambios y estaba a niveles normales.
El riesgo de radiación allí -que consiste principalmente de partículas alfa- podría ser manejado efectivamente con medidas de protección apropiadas, como respiradores.
El primer ministro de Israel declaró que la operación continuará «los días que sean necesarios para eliminar esta amenaza».
Sin embargo, expertos aseguran que puedes destruir edificaciones y matar científicos, pero no puedes erradicar el conocimiento para construir una bomba atómica.
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