
El pasado año se registraron en España 167.366 solicitudes de protección internacional, el mayor número hasta la fecha, según el anuario de la situación del derecho de asilo en el mundo del 2024 que presentó esté jueves la Comisión Catalana de Acción por el Refugio (CCAR).
Esta cifra sitúa a España como el segundo país de Europa que más solicitudes de asilo recibió, aunque está por debajo de la media europea en cuanto a reconocimiento y aprobación de estas solicitudes (18,5 % frente al 42 % europeo)
En total, según la CCAR, hay más de 270.000 expedientes pendientes de resolución y señalaron que la reciente reforma de la Ley de Extranjería agrava la situación: «Personas que han sufrido una situación crítica durante el tránsito se encuentran aquí con procesos burocráticos interminables y sin saber cuál será su situación en los próximos años», dijo la codirectora de la CCAR Elena Maya.
Como resultado, la nueva normativa «desincentiva totalmente el acceso» al procedimiento de demanda de asilo, ya que, además de la prolongación en la resolución de los casos de solicitud de protección internacional, el tiempo de espera no computa para el posterior proceso de arraigo para regularizar la situación administrativa de estas personas en el país.
El 2024 fue también el año en el que se contabilizaron más personas desplazadas forzosamente de sus hogares «en la historia reciente» del planeta, con más de 122,5 millones de refugiados, lo que representa una de cada 67 personas en el mundo y un incremento del 5 % con respecto al año anterior.
Para ilustrar esta realidad, la CCAR invitó a dos personas que tuvieron que pasar por esta situación: Adnan Herzallah, un refugiado de Palestina, y Aboubacar Drame, refugiado de Mali.
En el caso de Herzallah, que estudió medicina en Venezuela antes de que estallara la guerra en Gaza, dijo que no tiene palabras «para describir el horror» que está pasando en Gaza y explicó que, al llegar al aeropuerto de Barcelona, se le denegó la solicitud de asilo por tener un visado vigente».
«Si no tengo el visado, nunca podría haber llegado al aeropuerto», apuntó, y denunció la falta de ayuda de muchas asociaciones de la ciudad por no considerarlo un «caso de emergencia»: «Piensan que como soy una persona joven no estoy sufriendo».
Por su parte, Drame lleva 7 años sin ver a su familia, llegó a las Islas Canarias (Atlántico) con 17 años, donde pudo estudiar algo de español y se formó para ser albañil.
«Si explico lo que me ha pasado me pondría a llorar», comentó el refugiado maliense, que estuvo ocho meses esperando para tener una cita en el servicio de asilo.
EFE