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miércoles 4 de junio 2025
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Enrique Prieto SilvaOpinión

Enrique Prieto Silva: ¡El fracaso del 28 de julio!

El 28 de julio del pasado año Venezuela vivió un acontecer inédito, cuando una fulgurante victoria electoral se transformó en un triste y lamentable fracaso, que debe ser revisado y analizado sin fanfarrias ni lamentos, ya que surgen a la vista con imparcialidad, varios factores que deben ser corregidos a la luz de una concienciación política necesaria. 

Es imposible obtener beneficios de una torpeza ignara, acompañada de un autoengaño basado en la ignorante creencia de algunos líderes, que asumen como real la torpeza de creer que existen en Venezuela grupos sociales capaces de sacrificarse en defensa de sus ideas basadas en el engaño.

Son varios los factores que debemos tomar para el análisis, que nos conduce a considerar la victoria del 28 de Julio como un fracaso, obvio, no derrota. En todo caso, como es nuestro criterio a la luz de las máximas de experiencias que salen a la luz de los estudios sociopolíticos, del acontecer historiográfico, del multiliderazgo, del concepto estratégico, de las estrategias, del acontecer diatónico, y de otros factores imprecisos que debemos considerar; percibimos de manera conclusiva, que hemos venido actuando con precisión clara; y alertando en nuestro quehacer político sobre las malas acciones y actitudes de los lideres políticos involucrados en la avanzada. 

En primer lugar, debemos comenzar reconociendo, que el proceder para el control de las elecciones, fue eficiente, lógico y procedente, inclusive, podemos decir inmaculado; pero el liderazgo fue torpe y desfasado de la realidad político periodista. Se puso en evidencia lo que veníamos diciendo, que el minipartidismo y la falta de unidad opositora, fue funesta, aprovechada por los factores del actual régimen de gobierno, para hacer lo que hicieron: ¨distorsionar el resultado y no publicar las actas comprobatorias¨. ¿Pero cómo pudo suceder esto, si existió un máximo control en mesas y en el resguardo de testigos?; los actos posteriores al proceso demuestran el poco interés de muchos o de la mayoría de los partidos políticos en el reclamo administrativo y en el judicial, que a pesar de ser invocado, no tuvo fuerza para derrotar la  controversia dejada solo en el acontecer periodístico; sin que dejemos de avalar y reconocer la actitud y el reclamo de algunos de los candidatos participantes, que en buena lid y en ajustado derecho, fueron oídos, pero no admitidos, incluso, de algunos se desconoce el resultado de su contienda.

Para entender nuestro pensar, al calificar el hecho electoral como un fracaso debemos referirnos a los hechos, no a los actos, ya que el proceso electoral del 28 de julio 2024 fue y magno triunfo del pueblo, donde la mayoría votó masivamente por el candidato que creyó daría triunfo al cambio; el error fue adjudicarse el triunfo un partido determinado y propalar el hecho como si fuera un triunfo partidista de un liderazgo, a pesar de las declaraciones y acuerdos no admitidos ni publicados en la fecha de su ocurrencia; en el fondo, estas declaraciones propalaban acciones anti partidos y demostraban un desacuerdo con la campaña que se hacía sobre el triunfador numérico.

Pero más que este triunfalismo sin liderazgo, es importante enumerar los hechos erróneos que, a pesar del cese del triunfalismo chavista, han conducido a esta debacle. Así debemos recordar, que en los inicios de la búsqueda de la unidad opositora hubo algunos partidos cuyos lideres asomaban como gran ideal la aplicación de la fuerza para el cambio de régimen, fuerza erróneamente solicitada como la invasión o la aplicación del TIAR; el alzamiento de la FAN politizada en contra del precepto constitucional, unido al desvío del mando prejuiciado por el misero chavismo y la errónea concepción funcional avalada por el TSJ. Podemos sumarle también, el maltrato político hacia el componente militar, sus múltiples tildes y el maltrato, descalificación e irrespeto a los máximos mandos, lo que creó hilaridad y desmotivación en los militares, quienes se sintieron responsables de la mencionada debacle, y algunos se sumaron a la torpeza de tratar de deslindarse de su juramento, autoflagelándose jurídicamente dentro de la justicia y la disciplina militar.

Pero la peor acción incidente en la debacle fue el flagelo generado por la insistente e irresponsable abstención, que en el devenir genero la base legal para tener una Asamblea Nacional con opositores radicales, quienes el pasado 10 de enero completaron en quórum para validar la juramentación del presidente, con el respaldo del TSJ y de los demás poderes constitucionales, que son los únicos a quienes se les puede solicitar poner orden en la debacle judicial. Lamentablemente, no es este el panorama que se avecina, agravado por la irresponsable intervención que, a la vista del Derecho, es inadmisible. Solo nos queda el uso racional de la política, el acuerdo para esa racionalidad, pero fundamentalmente, hilaridad en la Unidad Opositora. 

@Enriqueprietos

 

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