Durante semanas, Ecuador no exigió otra cosa que la aparición con vida de los cuatro niños que el 8 de diciembre fueron detenidos por una patrulla militar. Desde ese momento desaparecieron sin dejar rastro. Este 31 de diciembre, cuando el país ya se preparaba para despedir el año, la esperanza se desmoronó. A unas horas de la medianoche, se confirmó la trágica noticia: los restos incinerados hallados en una zona pantanosa de Taura pertenecen a Steven Medina (11 años), Nehemías Arboleda (15), y los hermanos Ismael (15) y Josué Arroyo (14). La indignación y la rabia, que habían sido la tónica durante este tiempo, se exacerbó con la confirmación oficial de que los niños fueron asesinados y sus cuerpos, quemados.
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