Aunque la normativa venezolana establece que los calabozos policiales son espacios de detención preventiva por un máximo de 48 horas; en la práctica, miles de personas permanecen allí durante semanas, meses e incluso años. Esta situación constituye una flagrante violación a los derechos humanos y evidencia el colapso del sistema penitenciario en el país.
Por oveprisiones.com
Las condiciones en estos espacios son dantescas: hacinamiento extremo, falta de agua potable, ventilación inexistente, ausencia de servicios sanitarios, alimentos insuficientes y atención médica nula. Además, la violencia es moneda corriente y la vida se convierte en un constante acto de supervivencia.
A esta tragedia se suma la de los familiares, quienes deben suplir las fallas del régimen: llevar comida, agua, medicamentos y artículos de higiene, muchas veces a costa de ser extorsionados por funcionarios o de dormir en las afueras de comandos policiales, bajo condiciones humillantes.
En muchos casos, los detenidos ni siquiera han sido presentados ante tribunales o enfrentan procesos viciados por el retardo procesal, quedando atrapados en un limbo legal sin condena ni posibilidad de defensa. Esta situación vulnera principios fundamentales del debido proceso y convierte la detención en una pena anticipada e injusta.
Esta no es una crisis nueva ni un error del sistema: es una política de abandono. Desde el Observatorio Venezolano de Prisiones lo hemos denunciado una y otra vez, el régimen venezolano no solo ha sido incapaz de resolver el colapso del sistema penitenciario, sino que ha convertido los calabozos policiales en centros de reclusión permanentes, en violación directa de la ley y de los tratados internacionales.
Exigimos medidas urgentes y concretas, que se cierren de inmediato los calabozos como lugares de reclusión prolongada, que se garanticen condiciones humanas y legales para todos los detenidos, y que se ponga fin al castigo indirecto que sufren sus familias.
Cada día de omisión es un crimen más cometido bajo custodia del Estado. Habrá justicia.