Estados Unidos decidió capturar a Pablo Escobar a finales de los años 80, específicamente a partir de 1989, cuando el gobierno estadounidense lo incluyó formalmente como objetivo prioritario en su “guerra contra las drogas”. Sin embargo, la cooperación más intensa con el gobierno colombiano para capturarlo se consolidó entre 1990 y 1993, cuando Escobar se fugó de su cárcel privada conocida como “La Catedral”.
Línea de tiempo clave:
1984-1989: Escobar entra en la mira
En 1984, tras el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla (quien había iniciado una ofensiva contra el narcotráfico), EE. UU. comenzó a presionar por la extradición de capos colombianos.
En 1989, el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, quien apoyaba la extradición, y el atentado del vuelo 203 de Avianca, empujaron a EEUU a clasificar a Escobar como una amenaza directa a la seguridad hemisférica.
1990-1991: El “acuerdo” con Escobar
En 1991, el presidente César Gaviria permitió que Escobar se entregara a cambio de no ser extraditado, y se construyó una prisión a su medida: “La Catedral”.
EEUU protestó enérgicamente contra este acuerdo, pero no pudo intervenir directamente, aunque seguía trabajando con inteligencia y presión diplomática.
1992: Se rompe el pacto
En julio de 1992, Escobar se fugó de “La Catedral” para evitar ser trasladado a una cárcel real. Desde ese momento, tanto el gobierno colombiano como EEUU acordaron capturarlo o eliminarlo.
Estados Unidos desplegó a la CIA, la DEA, el FBI y fuerzas especiales para ayudar al Bloque de Búsqueda colombiano a encontrarlo.
1993: Cacería final
Durante 1993, EEUU intensificó el uso de tecnología de punta para rastrear llamadas y movimientos de Escobar. Trabajaron conjuntamente con el Bloque de Búsqueda y, extraoficialmente, con grupos paramilitares enemigos de Escobar como Los Pepes.
El 2 de diciembre de 1993, tras una llamada telefónica que permitió rastrearlo, Pablo Escobar fue localizado y abatido en Medellín.
Aunque EEUU ya consideraba a Escobar una amenaza desde mediados de los años 80, la decisión firme de capturarlo se concretó tras su fuga en 1992, cuando se rompió el frágil pacto con el Estado colombiano.
A partir de ahí, EEUU intervino activamente con recursos, inteligencia y apoyo operativo, marcando el principio del fin para el capo más famoso del siglo XX.