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El presupuesto participativo: ¿Por qué en tu municipio no existe?, por Julio Castellanos

De conformidad con la ley del Consejo Local de Planificación Pública y la ley del Poder Público Municipal, en estos meses de septiembre y octubre, deben realizarse Asambleas de Ciudadanos en cada comunidad para aprobar el presupuesto de inversión 2026. Los alcaldes y su tren ejecutivo, deben estar en cada comunidad para que los vecinos puedan expresar cuáles son sus necesidades y prioridades y que los recursos, en el año próximo, se inviertan en lo que la gente quiere y no en lo que salga de la cabeza del alcalde de turno.

Eso es lo que dice la ley, pero además, es muy lógico. Si el poder reside en el pueblo, es el pueblo el que debe decidir en qué se invierte el presupuesto. Cuando se efectúan las asambleas de ciudadanos, los vecinos pueden discutir las distintas problemáticas y priorizar el uso de los recursos públicos. Cuando se diseña un presupuesto participativo, las comunidades tienden a ejercer mayor contraloría social a la obra pública porque ya está enterada, porque lo aprobó, que cierta obra se hará en determinado período. En ese sentido, la democracia local se fortalece y profundiza. 

Ahora bien, amigo lector, seguro te preguntarás ¿Por qué eso no sucede en mi municipio? Pues, hay dos respuestas posibles y no sé cuál es peor. Se puede creer que los alcaldes desconocen sus funciones y las leyes vigentes, de ser eso, sería una situación bastante triste. Equivale a elegir un médico que se desmaya si ve sangre, a un cantante con miedo escénico o un maestro analfabeta. 

La otra posible respuesta es que los alcaldes digan “no me interesa la opinión de nadie, aquí se hace lo que yo diga”. Es decir, que su voluntad, sus gustos y sus pareceres son más importantes que las leyes. En otras palabras, si usted, en su municipio, constata que no hay un presupuesto participativo se debe bien porque el alcalde desconoce las leyes o bien porque no aplica las leyes. En cualquiera de los casos, pierde el ciudadano porque los recursos públicos se gastan en cosas totalmente ajenas al interés general. 

Pero es válida otra inquietud, si el presupuesto no es diseñado sobre la base del interés general, ¿A cuáles intereses particulares responde?, dejando de lado la posibilidad de la corrupción, siempre presente en entornos dónde no existe la transparencia ni la rendición de cuentas, es totalmente real el riesgo de que el vacío forzoso de pueblo en el diseño de los presupuestos sea llenado por dos o tres panas con acceso privilegiado a los rincones más opacos de las oficinas públicas para que se invierta en canchas de pádel antes que en escuelas, en rumbas antes que en los ambulatorios o en propaganda antes que en la vialidad. A los alcaldes les hace falta más territorio y menos escritorio y los concejales, que no son mirones de palo, deben solicitar al poder ejecutivo el cumplimiento de la legislación vigente.

Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica

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