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OpiniónWilliam Anseume

El poder moral de los electos: USB y más, por William Anseume

Como sabemos, en la USB están enquistadas unas autoridades interinas, designadas por el Consejo Nacional de Universidades luego del fallecimiento del rector Enrique Planchart, quien sí dirigió nuestra universidad como resultado de unas elecciones; por tanto, era legítimo, aunque tuvo que prolongar su rectoría debido al freno que desde el poder le pusieron y mantienen en las universidades para la ejecución del derecho humano a cambiar representantes y directrices.

Ayer, en un acto insólito, bochornoso y miserable, el Consejo Directivo, ante la propuesta de uno de los designados como interinos, de los puestos a dedo hace más de cuatro años, expulsó al representante recién electo como vocero de los trabajadores y técnicos, el abogado Héctor Galarraga. Era su primera sesión en ese carácter. Demuestran así, los interinos y el propio Consejo lo predispuestos que están para cometer más y más atropellos contra nuestra comunidad universitaria.

Los no electos para estar en ese Consejo y en la dirección de la universidad, junto a sus adláteres, sacaron del cuerpo al legítimo. Uno de los pocos que representa verdaderamente a su grupo. Así están los representantes de los profesores, de los alumnos y los egresados. Nadie más. Legítimos ellos y nadie más. Los demás no representan absolutamente a nadie. Y esos fueron los expulsores. Nada menos. Dictaminan y dirimen algo que solo puede ser resuelto por autoridad jurídica, en caso de que proceda excluirlo por un «conflicto de intereses» que solo está en la mente perversa de los ejecutores, porque Galarraga lleva dos casos, solo dos, como abogado, contra la universidad.

Y, uno de esos casos, nada menos tampoco, es el del Instituto de Previsión Social del Profesorado (IPP-USB), demanda incoada ante los tribunales competentes porque en sus otros actos retaliativos, al rector interino se le ocurrió arrebatar los espacios que fueron en su momento, por allá lejísimo, en la década de los 70, entregados a los profesores, incluida la Casa del Profesor. Para nada. Porque nada harán allí con esos espacios, en medio de la miseria más grande que ha vivido la USB en términos presupuestarios y de infraestructura.

Aquellos que nada dicen de los presos políticos universitarios -de la USB hay 2 que se sepa y se pueda saber: Catalina Ramos, egresada y Jesús Armas, estudiante-, que nada dicen del dolo permanente a profesores y demás trabajadores; a algunos nos dejaron sin prestaciones sociales y sin, por supuesto, el pago de los intereses respectivos, entre todo el descalabro administrativo que tiene sin el pago de la quincena a toda la universidad; aquellos son capaces, en medio de sus tropelías continuas, de atropellar así al representante de los empleados y técnicos. Más digno que todos ellos, por supuesto.

¿Qué será de la USB sin elecciones rectorales?

Por cierto, la decadencia académica, por decirlo elegantemente, nos tiene en búsqueda de 314 profesores que no sé de dónde van a sacar estos interinos y su Consejo que no han abierto la boca por los sueldos en cuatro años.

Lamentable situación que solo comenzará a enderezarse por la vía electoral en la USB. Veremos si rectifican.

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