
Luego de la muerte del papa Francisco, el 21 de abril, a sus 88 años, empezó en el Vaticano una serie de protocolos para despedir al pontífice y preparar a la iglesia para el ingreso de un nuevo líder. Para elegir al sucesor, los cardenales menores de 80 años iniciaron el miércoles 7 de mayo el cónclave, en latín cum clave, que significa: con llave.
Por Semana
En esta jornada, que puede tardar días, los purpurados ejercen votos diarios hasta que el nombre de uno de ellos figure en los dos tercios de las papeletas. Como no se les permite la salida de la capilla, ni de la residencia de Santa Marta donde comerán y descansarán, el método para anunciar el resultado de cada votación es por medio de una fumata que emana la chimenea de la capilla.
En cuanto el humo sea de color blanco, los cardenales han elegido al sucesor de San Pedro. Cuando es negro, como ocurrió el miércoles, indica que los religiosos aún no han decidido.
Esta milenaria práctica responde a una serie de tradiciones religiosas, entre ellas, todos los asistentes, incluso los funcionarios del Vaticano, deben ofrecer un juramento de secreto perpetuo, lo que convierte el cónclave en uno de los ritos más misteriosos del catolicismo.
A la falta de detalles, entre la sociedad rondan algunos mitos y curiosidades. De hecho, se suele relacionar la muerte de los pontífices con el final de los tiempos. Uno de los mitos cuenta que en el momento que se acabe el espacio destinado para exhibir las fotos de los papas, en la basílica de San Pedro, se acabará el mundo. Hace unos años, en el lugar solo quedaba espacio para colgar dos fotografías más, sin embargo, el problema se resolvió al adecuar nuevos lugares, y el fin del mundo se pospuso.
Para seguir leyendo, clic AQUÍ.