- El sello discográfico creado por el DJ Maurice Aymard se ha encargado durante cinco años de buscar trabajos de artistas inéditos u olvidados para reeditar sus discos. En entrevista para El Diario, destacó que su objetivo es recuperar el patrimonio cultural del país y contar las historias de una Caracas musicalmente efervescente
Apenas la aguja toca el disco, el silencio se corta con un estruendo de trompetas, bajo y percusión. Una santísima trinidad que marca el ritmo de la salsa y el guaguancó, ese que evoca a calles incandescentes, tascas alegres y domingos soleados. La voz de Dimas Pedroza, en ese entonces conocido con su orquesta como Sam Dimas y La Diferente, irrumpe armónicamente: “Ya se acabó el vivir del tumbao, y la rutina”.
Aunque existe poca información sobre Dimas y su grupo en Internet, su música es el vestigio de una edad dorada que vivió la salsa en Venezuela entre las décadas de los sesenta y ochenta. Una explosión cultural presente en sus clubes, sus programas de radio y televisión y, sobre todo, en sus barrios. Una época en la que Caracas era el epicentro del Caribe, y todo artista cubano, puertorriqueño o dominicano con aspiraciones de crecer debía medirse primero en los escenarios venezolanos.
Buena parte de esa época se fue esfumando con el paso del tiempo, pero el proyecto El Palmas Music se propuso recuperarlo. Desde hace cinco años este sello discográfico, dirigido por el venezolano Maurice Aymard y el colombiano Paulo Olarte, se ha dedicado no solo a recopilar y reeditar discos de estos artistas, sino a recuperar la memoria sobre su legado a la cultura venezolana y caribeña.
Sello tropical
El nombre de El Palmas viene del alter ego artístico de Aymard, quien en un principio usaba los sonidos con los que creció para armar sus sets como DJ. Esto lo llevó a su vez a buscar nuevos sonidos que lo acercaran a su tierra, y a sumergirse en una tarea casi arqueológica de desenterrar lo que llama “joyas perdidas”. Artistas olvidados o que jamás fueron descubiertos, pero que alguna vez formaron parte de la escena musical.
Con Olarte, quien compartía su mismo sentimiento con su proyecto Dragón Criollo, creó entonces un sello discográfico independiente con base en Barcelona, España, donde Aymard reside. Hasta la fecha han editado 37 álbumes y publicado más de 300 canciones, tanto en formato digital como en discos de vinilo de 7 y 12 pulgadas. Aunque se enfoca principalmente en ritmos tropicales, también abarca otros géneros como el rock, bossa nova, funk, disco, reggae y hip hop.
Su primer trabajo fue El Mágico Mundo de Daniel Grau (2019), un álbum de canciones inéditas del reconocido compositor y productor, quien entre los años setenta y ochenta fue un baluarte del jazz y la música electrónica latinoamericana. La obra estuvo nominada en los Premios Pepsi Music 2020 en las categorías de Mejor Álbum de Música Electrónica y Mejor Video de Música Electrónica, por su tema “Freedom”.
Del patrimonio musical venezolano recuperado por El Palmas figuran artistas como Sam Dimas y La Diferente, la orquesta Salsa Suprema, el Sexteto Caracas, Anselmo López o el Grupo Almendra. También artistas más reconocidos de la escena musical, pero cuyos discos se han vuelto difíciles de conseguir, como Los Impala, Ángel Rada, PP’s o Hugo Blanco.
Aymard aclara que además producen discos para artistas emergentes, y que, de hecho, la mitad de su catálogo está formado por música contemporánea. Por ejemplo, sus propios trabajos como DJ El Palmas y los de Dragón Criollo, así como el dúo colombiano Acid Coco, el grupo de salsapunk Contento, La Jungla o el grupo Jaguar.
Reconstruir la música
Aymard reconoce que la parte más complicada de su trabajo en El Palmas Music es acceder a las cintas originales de los discos, algunos ya con más de 60 años de antigüedad. Aunque en muchos casos logra conseguir las grabaciones a través de los propios músicos o sus herederos, en otros debe extraer el audio directamente del disco con equipos especializados dentro de un estudio.
Ya con la pista de audio digitalizada, explica que viene todo un proceso en el que deben “reconstruir” la canción, eliminando ruidos propios de los vinilos viejos como clicks, pops o sonidos de estática. “También le tratamos de dar un poco la vuelta a las portadas, pues con algunas mantenemos el formato original de la portada, pero a otras sí le damos un poco de nuestra onda”, agrega.
Una vez recuperado el material, es enviado a un estudio en Londres (Inglaterra), donde se corta el molde del disco y luego pasa a una fábrica en Francia para su producción final. El Palmas Music distribuye sus obras en España, Francia, México, Inglaterra y Japón, donde existen importantes comunidades de coleccionistas de música latinoamericana.
En cuanto a los derechos de autor, Aymard acota que siempre intentan contactar con las disqueras dueñas del contenido para obtener las licencias, aunque en la mayoría de los casos suelen gestionarlo directamente con los artistas o sus familias. “Muchos de estos sellos ya están extintos, o los que todavía están vigentes no tienen contrato, no le han pagado a los artistas o no les han rendido cuentas en más de 40 años”, asegura.
Rescatar la memoria
La labor de El Palmas de recuperar el patrimonio musical venezolano muchas veces transita la delgada línea entre la curaduría musical y la historiografía. Por ejemplo, han realizado discos recopilatorios como Sabor Surf, enfocado en el fenómeno del surf rock de los sesenta; o Tropical Cosmic Sounds from Space, una antología de la obra del pionero de la música electrónica en Venezuela, Ángel Rada.
En su canal de YouTube, El Palmas publica las versiones digitalizadas de varios de sus discos, como una forma de traer al siglo XXI a muchos de estos artistas. Además, cuenta hasta el momento con cinco documentales sobre artistas de su catálogo, que se convierten en un testimonio viviente de su legado y del momento histórico que vivieron.
Así, guardan el registro sobre la trayectoria de Sam Dimas, Moncho y su banda, el Conjunto Ingeniería, la orquesta La Solvencia y el grupo Tabaco. Aymard afirma que para este año planean seguir produciendo más documentales.
Vestigios de la historia
Aymard admite que a veces su búsqueda de artistas olvidados suele convertirse en una auténtica misión imposible, pues hay discos extremadamente raros o dados por perdidos. Sin embargo, cuando consiguen una de estas piezas, destaca que se siente como encontrar un tesoro antiguo. “Tiene ese encanto pues a veces no los buscamos, sino que nos llegan”, acota.
“A mí me apasiona lo que hago, conseguir esta música que es tan buena y tan valiosa no tiene precio. Al final hay muy poca música buena por la que valga la pena de verdad esmerarse en sacarlo en formatos físico-digitales, incluso a través de documentales, así que consideramos que esto es música que sí vale, y que siempre tiene una historia que contar”, precisa.
Por ejemplo, El Palmas editó Conjunto Ingeniería (1961), disco del grupo homónimo formado a finales de los años cincuenta por estudiantes de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Esta banda, si bien comenzó imitando a artistas populares de su época como Billo’s Caracas Boys, sacó en 1959 el tema “Queridita”, adaptación en español del tema “Little Darlin” de The Diamonds, y que se convirtió en uno de los primeros precedentes registrados del rock and roll en Venezuela.
Aymard también destaca el caso de Jesús Gómez, considerado como “el rey del timbal”, y que grabó su primer disco a los 16 años de edad. Ese disco, que por décadas se creyó perdido y fue recuperado por El Palmas, fue grabado en una sola sesión y con la propia familia de Gómez como orquesta, pues no tenían dinero. “Lo escuchas y hay canciones incluso que están fuera de clave, pero eso es lo que lo hace especial. Y la portada es como psicodélica, como de rock, aunque al final es un disco de salsa. En esa época hacían muchos discos eclécticos”, comenta.
Legado
A pesar de nacer en 1977, Aymard se considera un nostálgico de la Caracas de los años setenta, aquella que vivió el esplendor de la bonanza petrolera y el estruendo de ser parada obligada para artistas de todos los rincones del planeta. A ese fanatismo por la música antigua se suma que creció en las tiendas de discos de su familia, lo que le llevó a coleccionar vinilos desde los 16 años de edad.
Por eso siente una peculiar conexión con el formato físico. “La gran mayoría de los artistas quieren el formato físico porque de alguna manera u otra están dejando algo tangible a la humanidad. También es una manera más de difundir la música y poder tocarla. Siempre se puede hacer una edición limitada y hay un público de nicho que va a querer esa copia, pues con los años se convierte en una pieza de colección”, asevera.
Para este año 2025, Maurice Aymard tiene varios proyectos para El Palmas Music. Por ejemplo, señala que apuntarán hacia África en su búsqueda de nuevos sonidos y joyas musicales, con proyectos de discos de Cabo Verde. También seguirán editando música venezolana, con la que adelantó que trabaja en un par de reediciones de salsa y con la producción de un grupo oriundo de los Valles del Tuy (estado Miranda). Reveló, además, que están terminando una película grabada en Venezuela sobre la historia de su salsa, y de la que esperan estrenar su teaser en las próximas semanas.
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