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martes 17 de junio 2025
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El País: El ICE detiene al venezolano Gregory Sanabria, preso político torturado por el régimen de Nicolás Maduro

Gregory Sanabria Tarazona, activista y ex-preso político.

 

Hace tres años, Gregory Antonio Sanabria Tarazona agarró su celular, sonrió ante la cámara y se hizo un selfie que registró para siempre el día en que, supuestamente, se puso a salvo a sí mismo. “Bienvenido a América”, escribió junto a la foto en su cuenta de Facebook. Había llegado a la frontera sur y sus seguidores no podían estar más felices. “Lo lograste”, le dijeron. “Una vida nueva”, le auguraron. “Te mereces estar allá”. Era lo menos que podía hacer para salvarse del peligro al que se exponía en Venezuela. Y se salvó hasta este jueves, cuando fue detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y trasladado al Centro de Procesamiento Montgomery, en Conroe, Texas. El ICE no distingue cuando se trata de arrestar a un migrante y ahora ha detenido a un preso político del régimen de Nicolás Maduro.

Por Carla Gloria Colomé / elpais.com

Sanabria Tarazona, de 31 años, conoce el encierro. Cuando tenía 21, y aún era el jovencísimo estudiante de ingeniería informática de Táchira, estuvo más de tres años encarcelado en El Helicoide, sede de la policía política venezolana, reconocido como uno de los mayores centros de tortura de América Latina. Acabó allí después de que, como activista, se uniera en 2014 al movimiento civil opositor La Salida, que junto a líderes como María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma encabezaron protestas a nivel nacional hastiados de la crisis económica, la delincuencia y la represión política en el país.

Sus días de estudiante permanecen nítidos en la memoria de Sanabria Tarazona, y marcaron para siempre a la persona que es. Su última publicación en redes sociales es una foto acompañado de un puñado de gente, joven y exaltada como él. “Nos entregamos a una meta: Liberar a Venezuela”, escribió. “Lamentablemente, unos perdieron la vida y otros estamos muy lejos”.

Para ese entonces, Sanabria Tarazona ya estaba todo lo lejos que se encuentra Estados Unidos de Venezuela, o Houston de Táchira. En 2022, luego de una larga travesía que lo llevó a cruzar el tapón del Darién, llegó a la frontera mexicana, solicitó asilo, pasó la entrevista de miedo creíble y entró al país. Comenzó una nueva vida, en la que ya no era el estudiante, sino el obrero que trabajaba en labores de construcción o el reparador de aires acondicionados. Todo, sin embargo, marchaba como quería. Estaba orgulloso de sí mismo. Hace un tiempo se le vio en una foto junto a otros constructores involucrados en hacer con sus manos una pista de carreras de karts. “Lograron transformar a un político en un constructor”, dijo entonces.

Compartió fotos con sus seguidores disfrutando la noche de Houston, una ciudad que le pareció “increíble”, les habló de su batalla con el inglés, o de cuánto aún extrañaba Venezuela, “su gran amor”. Pero desde hace días las noticias que se tienen de Sanabria Tarazona son desalentadoras. El pasado jueves el ICE lo detuvo cuando compareció en la corte de inmigración. No importó que no tuviera ningún récord criminal. Ni que fuera beneficiario del Estatus de Protección Temporal (TPS) que extendió a los venezolanos la Administración Biden, y que desde inicios de año les retiró la Administración Trump.

Tampoco contó que Sanabria Tarazona fuera una de las tantas víctimas de la represión en Venezuela. Hace unos años, la propia María Corina Machado culpó a Maduro de los golpes que recibió el joven durante su encarcelamiento, que le provocaron una fractura de cráneo y de nariz. Las imágenes de Sanabria Tarazona dieron la vuelta al mundo: su rostro ensangrentado, hinchado, casi desfigurado. Las Naciones Unidas condenaron su situación: “Deploramos la fuerte paliza del activista Gregory Sanabria en el Helicoide. Exhortamos a que se dé un trato humano a todos los prisioneros e instamos a que se investigue el uso de la tortura y otros maltratos”. También se supo entonces que el venezolano, así como otros presos en El Helicoide, estaba siendo torturado física y psicológicamente con métodos de todo tipo, que iban desde golpearlo, a morderlo o electrocutarlo.

Cuando Sanabria Tarazona salió de la cárcel en 2018 tuvo que ser hospitalizado. Poco después, consciente del peligro al que se enfrentaba, salió de su país. Ahora que lo quieren regresar, que el Gobierno de Trump podría enviarlo como deportado a Caracas, más de uno ha condenado la decisión. “Exigimos que se aclare su situación de inmediato”, dijo en X Renzo Prieto, exdiputado de la Asamblea Nacional y ex preso político. “Gregory Sanabria necesita y merece protección internacional, ya que de ser deportado a Venezuela, su vida corre peligro”.

Juan Pappier, subdirector de la División de las Américas de Human Rights Watch (HRW), aseguró a EL PAÍS que es un hecho que la deportación de Sanabria Tarazona lo situaría en una situación de vulnerabilidad. “Existen sobrados motivos para creer que Gregory Sanabria puede ser sometido a graves abusos en Venezuela”, sostuvo. “Ha sufrido persecución por parte del régimen de Maduro y Estados Unidos debe protegerlo”.

En declaraciones a The Washington Post, su familia contó que el joven les dijo en una llamada telefónica que un funcionario de inmigración le informó de que podría ser deportado a El Salvador, a donde han enviado a más de 200 venezolanos en los últimos meses, sin que hasta hoy se muestre fe de vida o se les permita el contacto con familiares o abogados.

El congresista cubanoamericano Mario Díaz-Balart envió una carta al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en la que expresa su “profunda preocupación” por la detención de Sanabria Tarazona, “un valiente preso político que pasó más de tres años encarcelado” y que “estuvo a punto de perder la vida”, dijo en X. El congresista republicano también mostró preocupación por el “cada vez más creciente número de casos de personas en Estados Unidos que han huido de regímenes opresivos y están siendo detenidas y retenidas para su posible deportación”. Entre esos nombres está el rapero cubano El Funky, un opositor directo al régimen de La Habana, y otros como el ex preso político Lázaro Yuri Valle Roca, ahora en situación de incertidumbre tras la suspensión del parole humanitario.

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