
Para los viajeros venezolanos, los últimos días han estado llenos de incertidumbre, miedo y confusión, sin mencionar el costo financiero.
Por El Nuevo Herald
Desde que la administración Trump emitió una prohibición de viaje para ciudadanos de 12 países, incluyendo Venezuela, los venezolanos, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, se han apresurado a reprogramar sus vuelos: algunos los adelantaron, otros los retrasaron. Algunos querían llegar antes de que la prohibición entrara en vigor el lunes. Otros preferían esperar por temor a que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) les revocara las visas. Y para las familias que esperaban reunirse, a la espera de una próxima cita para obtener una visa, los vuelos se han cancelado.
Entre quienes cambiaron sus vuelos para burlar la prohibición de viajes se encontraba José Malavé y su familia.
Malavé había reservado un vuelo con su esposa, Estefanía Ramírez, su bebé de 10 meses y su suegra desde la Ciudad de México, donde ellos residen actualmente, a Nueva York. El viaje tenía como objetivo reunir a su esposa con sus hermanos, a quienes no había visto en más de una década.
La familia había programado el viaje con seis meses de antelación para el 12 de junio, tan solo tres días después de la entrada en vigor de la prohibición de viajes. Pero el 4 de junio, cuando se hizo pública la proclamación de la Casa Blanca, sus planes se desbarataron.
“Aplazamos nuestro vuelo al 8 de junio, un día antes de que entrara en vigor la prohibición de viajes, aterrorizados de que una vez que entrara en vigor no nos permitirían entrar a Estados Unidos”, dijo Malavé. “Estamos asustados y angustiados, pero por suerte pudimos entrar sin problemas en la aduana, aunque el impacto económico ha sido enorme”. La familia tuvo que gastar $800 adicionales para cambiar los vuelos.
Malavé, de 33 años, y Ramírez, de 32, ambos programadores informáticos, son ciudadanos mexicanos naturalizados. Sin embargo, viajan con sus visas de turista estadounidense, las cuales están selladas en sus pasaportes venezolanos. Su hijo de 10 meses es ciudadano mexicano por nacimiento y tiene una visa estadounidense en su pasaporte mexicano, mientras que la madre de Ramírez solo tiene ciudadanía venezolana.
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