
La ráfaga de disparos quebró la tranquilidad del río Cuyuní en un ataque perpetrado contra soldados de la Fuerza de Defensa de Guyana que navegaban por una remota vía fluvial cerca del asentamiento de Eteringbang, en la profundidad del Esequibo, región selvática rica en petróleo y minerales que es reclamada tanto por Guyana como por Venezuela.
Por: El Nuevo Herald
La emboscada, lanzada el 13 de mayo desde el lado venezolano de la frontera, fue el primero de tres ataques coordinados durante un período de 24 horas. Las tropas guyanesas respondieron al fuego y se retiraron sin bajas. Sin embargo, la rápida sucesión de asaltos ha alimentado los crecientes temores de que el régimen de Nicolás Maduro esté utilizando agentes criminales para desestabilizar la región, largamente disputada por ambos países.
Analistas y funcionarios guyaneses ven cada vez más los ataques no como violencia pandillera aislada, sino como parte de una campaña más amplia sancionada por el Estado venezolano. Un informe recientemente publicado por InSight Crime sostiene que Venezuela está forjando una peligrosa alianza entre el crimen organizado y la ambición política para afirmar el control del Esequibo.
“Maduro ha utilizado durante mucho tiempo grupos criminales aliados, con los que opera simbióticamente bajo su Estado híbrido, para lograr sus objetivos”, afirma el informe. Estos grupos, añade el informe, “con fuertes conexiones con el gobierno venezolano y un interés compartido en la rentable minería de oro, podrían tener importantes incentivos para respaldar la reivindicación de Maduro sobre el Esequibo”.
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