
Durante cinco años, un misterioso asesino serial recorrió las calles de Guangzhou, al sur de China, y aterrorizó a la población. Sus víctimas eran siempre mujeres jóvenes -la mayoría trabajadoras sexuales- y su firma era inconfundible: mutilaba los cuerpos, y los abandonaba en basurales, patios traseros o al costado de alguna ruta desierta. Nadie sabía de quién se trataba, hasta que una de ellas vivió para contarlo.
Por: TN
El asesino era Li Wenxiang, un obrero que nació en 1952 en la provincia de Guangdong. A los 39 años, decidió dejar su pueblo natal en busca de nuevas oportunidades en una ciudad que crecía rápidamente por las reformas económicas.
En sus primeros años en Guangzhou, vivió en departamentos precarios y tenía trabajos informales. Además, no tenía amigos cercanos y no estaba en pareja. De acuerdo a lo que declaró una vez detenido, fue en ese contexto de soledad en donde, a partir de una mala experiencia, nació su odio.
Wenxiang relató que un día había acordado un encuentro con una trabajadora sexual. Sin embargo, a pesar de haber llegado a un arreglo, la mujer lo estafó y nunca más la volvió a ver. Este hecho lo marcó profundamente y su visión por las mujeres -especialmente por quienes ejercían la prostitución- se volvió violenta.
Poco a poco, este rechazo se convirtió en un oscuro resentimiento que lo llevó a cometer los crímenes más escalofriantes de la historia de China.
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