“Las guerras se repiten cuando olvidamos lo humano. Recordar, narrar y transformar es nuestra forma de resistencia”
Las guerras de este nuevo Siglo que vivimos ya no son solo por territorio como lo fueron en el Siglo pasado. Ahora, las guerras se llevan a cabo en diferentes planos: desde satélites, redes sociales y el ciberespacio hasta todo los mercados energéticos mundiales y van, poco a poco, redefiniendo el orden global. Este tipo de conflictos o guerras modernas son multidisciplinarias y en ellas, los actores de otrora (Estados, ejércitos y alianzas como las que hubo en la segunda guerra mundial) armonizan con nuevos actores como las Big-techs, diferentes apps digitales desarrolladas por estas y también existe presencia de grupos paramilitares en ciertos casos. Por eso, ya las guerras son mucho mas que fuerza bruta, una cuestión de dominio de las tecnologías disruptivas, inteligencia estratégica y control de la narrativa.
En el siguiente articulo busco analizar un poco algunos conflictos actuales que van desde Ucrania hasta el Sahel, en donde podemos ver un poco las pequeñas piezas que unidas, redefinen el rompecabeza geopolítico de este siglo tan acontencido. Es importante que Venezuela, como nación que pronto sera libre y empieza desde ya un nuevo rumbo de reconstrucción, entienda este panorama lleno de dinámicas favorables para posicionarse en el mundo con visión, liderazgo en muchos ámbitos, fuerza y sobre todo lo que nunca nos ha faltado, resiliencia.
Guerras que marcan el pulso del nuevo orden
Una de las guerras mas relevantes del siglo que vivimos es la invasión de Rusia a Ucrania, país que lucha día a día por su soberanía ante una autocracia que busca aniquilar una democracia libre y ejemplar. Esta guerra ha sido un ejemplo claro de guerra híbrida donde con IA, fake news, drones y ejércitos, interactuan también con tanques y armas de primera generación.
También, hay confrontaciones de hegemonía comercial y tecnológica como la que se esta librando entre China y Taiwan, donde China busca recuperar y aniquilar una de las democracias mas modernas y perfectas de la actualidad, mientras Taiwan en una alianza solida con Estados Unidos, busca no solo preservar la libertad de un país soberano sino también reforzar la presencia en la zona indo-pacifica, para reafirmar su relevancia a nivel tecnológico y económico que es de gran importancia para esta nación ejemplo de libertad. Aunque sea difícil verlo claro, el futuro del comercio global y la estabilidad regional dependen de este conflicto que amerita la consecución de un delicado equilibrio en donde se puedan establecer relaciones comerciales positivas con China (país que depende económicamente de Estados Unidos) y con Taiwan que es el líder mundial en producción de semi-conductores y lideres en innovación en biotecnología y defensa.
Tecnología como campo de batalla
La tecnología también es un tipo de guerra y un campo de batalla muy importante para esta redefinición del poder global. La inteligencia artificial ha transformado la guerra en una competencia algorítmica. Sistemas autónomos de defensa, reconocimiento facial en zonas de conflicto y simulaciones predictivas están creando las nuevas estrategias militares.Aquí, quien controla los datos, controla el campo de batalla mas importante de todos.
La guerra cibernética, es simplemente una amenaza constante. Desde ataques a infraestructuras críticas hasta el robo de información estratégica, los hackers estatales y privados operan como soldados invisibles. La frontera digital es ahora una línea de defensa nacional.
La desinformación, por su parte, es una herramienta silenciosa pero devastadora. Campañas coordinadas en redes sociales pueden desestabilizar gobiernos, manipular elecciones y polarizar sociedades. En este nuevo orden bélico, controlar la narrativa es quizás mas importante que controlar el territorio.
Energía, economía y poder blando
La energía ha dejado de ser solo un recurso: es una herramienta de presión geopolítica. Rusia utiliza el gas como palanca de influencia sobre Europa, mientras que China asegura el acceso a minerales estratégicos para dominar la transición energética, minerales que por cierto, abundan en nuestra Venezuela y por lo que el Presidente Trump debería esforzarse en apoyar la instalación inmediata del Gobierno legitimo del Presidente Gonzalez Urrutia. El control de estos recursos define quién tiene la capacidad de resistir y quién depende de otros para sobrevivir.
Las sanciones económicas también se han convertido en armas silenciosas pero efectivas. Estados Unidos y la Unión Europea han utilizado bloqueos financieros para debilitar regímenes autoritarios aunque lamentablemente este tipo de tiranías burlan las sanciones gracias a que como sabemos, están en negocios tan turbios como el narcotrafico, la venta de armas y el lavado de dinero a través de redes transnacionales.
No podemos dejar de destacar el papel del poder blando —esa capacidad de influir sin recurrir a la coerción— que se ha vuelto crucial en el escenario global. Hoy, la cultura, la educación, los medios de comunicación y la diplomacia pública no son simples herramientas de intercambio, sino verdaderos frentes de batalla simbólica. En ellos se disputa algo más que narrativas: se disputa la legitimidad de los modelos políticos y la simpatía de la opinión pública internacional. Es allí donde las democracias deben demostrar que, además de eficientes, son humanas, inclusivas y capaces de inspirar. En este terreno, países como Corea del Sur, Turquía y Venezuela no solo pueden proyectar su identidad: pueden redefinir su narrativa, ganar influencia y demostrar que incluso en medio del caos, hay modelos que resisten, inspiran y transforman.
Venezuela ante el nuevo tablero global
En este nuevo orden bélico, la neutralidad es cada vez más difícil de sostener. Venezuela, ya encaminada hacia la libertad, empieza un proceso de reconstrucción y debe observar con atención las dinámicas globales para definir su rol estratégico, especialmente su rol continental. Comprender todo este tipo de guerras del presente es clave para evitar repetir los errores del pasado y para construir una política exterior inteligente, soberana y conectada con el mundo.
La recuperación nacional exige una visión que trascienda lo inmediato y la agenda de gobierno liberal Tierra de Gracia, que busca reconstruir Venezuela desde sus raíces, debe tener actualizaciones y mejoras constantes así como cualquier app importante. Apostar por la educación, la innovación tecnológica y la integración regional puede convertir a Venezuela en un actor indispensable en este mundo cada vez mas fragmentado. La diplomacia debe ser proactiva, y la narrativa nacional debe alinearse con los valores de libertad, desarrollo y cooperación. Venezuela debe posicionarse como un actor confiable en el escenario internacional, capaz de atraer alianzas estratégicas y capital humano (especialmente venezolanos en la diáspora que anhelan regresar, pero esperan la instalación del gobierno legítimo que les garantice condiciones dignas para vivir y prosperar).La nueva narrativa de la República de Venezuela debe proyectar una nación que renace con dignidad, visión global y gran compromiso democrático, sustentada en trabajo honesto e instituciones íntegras al servicio del ciudadano.
Las enfrentamientos del siglo XXI no solo se libran con armas, sino con ideas, con capital humano, con decencia y con instituciones que honren la verdad. Venezuela tiene la oportunidad de convertirse en un faro de resiliencia y transformación si logra entender que el poder no reside únicamente en la fuerza, sino en la capacidad de inspirar, construir y conectar.
Como dijo Francisco de Miranda: “El trabajo y la moral son las bases fundamentales sobre las que reposa el sólido sistema de la libertad”
Dayana Cristina Duzolgou Ledo
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