
Con el tráfico de media mañana en aumento, Yudelis Ferreira sale del albergue para migrantes junto a sus tres hijos pequeños, rumbo a otro día vendiendo paletas en el duro corazón de la capital mexicana. Así ha sido la vida de Ferreira durante meses, después de que los planes de su familia de un futuro en Estados Unidos se vinieran abajo con la llegada del Gobierno de Donald Trump.
Por El País
Como miles de otros migrantes —en su mayoría latinoamericanos, pero también provenientes de Asia y África— Ferreira y sus hijos se encuentran varados en la ruta migratoria, permanentemente alejados de su objetivo. “Estamos atrapados”, dijo Ferreira, de 29 años, resumiendo dos años de migración desde que salió de Maracaibo, la calurosa ciudad que yace sobre el lago petrolero venezolano con el mismo nombre. “Tenemos que encontrar una manera de generar algún ingreso”.

Unos 5.000 migrantes, en su mayoría de América Latina, están alojados actualmente en 16 albergues de Ciudad de México, o en departamentos y casas particulares en algunos de los vecindarios más pobres de la capital, según Emanuel Herrera, director del albergue Vasco de Quiroga, uno de los cuatro operados por el Gobierno capitalino. Herrera advirtió que las cifras son cambiantes. La decisión de alojarlos en la ciudad forma parte de una estrategia gubernamental para disuadir a los migrantes de acercarse a la frontera y atraerlos hacia el interior, especialmente a la capital, según funcionarios mexicanos en Ciudad Juárez.
El flujo migratorio hacia el norte prácticamente se ha extinguido desde que el entonces presidente Joe Biden endureció las regulaciones en la primavera de 2024, y más aún desde que Donald Trump asumió la presidencia en enero.
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